Infecto

La fruta ya no está madura; hace tiempo que notamos su putrefacción entre las demás frutas

Y de repente una llamada de teléfono. Un vecino abochornado por el calor y el madre mía de tragedia humana se presenta con nombre y apellidos y número de NIF para informar de un grave incidente entre él y sus hijos. Como todos sabíamos había heredado el título de padre del primer matrimonio de su mujer. Según su testimonio, a través del hilo telefónico, sus hijos no eran personas de muy buena condición social.

Desde hacía unos meses estaba tratando de convencerlos para que emprendieran varios voluntariados y acciones solidarias; incluso les había propuesto acometer hechos loables como renunciar a su trabajo en favor de personas en paro, y ceder alguna de sus extremidades en vida a individuos que carecieran de ellas. Y según decía, no se opusieron al principio pero con el tiempo comenzaron a mostrar dudas. La intensificación de propuestas hizo que generaran rechazo, y eso le dolió en exceso. En el momento en el que se producía la llamada uno de ellos se había marchado de casa. Nicolás, el padre, no entendía el por qué.

Tampoco entendía su descontento al cerrarlos con llave en la habitación y prohibirles la salida. Además, según él, no era para tanto que les hubiera obligado a leer vidas de mártires durante ocho horas diarias; o que les negara el derecho al alimento, sin duda lo hizo por su bien y para que aceptaran su autoridad como el salvador de la revolución. Solo él podía guiarles por los preceptos de su antecesor. Tal vez por su descontento, durante la llamada, llamó a sus hijos desagradecidos y terroristas. Obviamente al oírlo reaccioné. Le dije: "A ver... Nicolás.

Eres el tirano más grande de todos los tiempos; pero no por ser el más cruel sino por matar, asesinar y asediar, a tu pueblo en nombre de ideas que no te corresponden. ¿Desde cuando los tiranos defienden el bien común, y la causa de lo ajeno? Por otro lado tu existencia demuestra que la dictadura lo es en cualquier régimen político aunque a algunos les pese, y lo es con el mismo grado de crueldad, intransigencia e intolerancia que en otros regímenes. Eres peor que Stalin, Hitler, Milciades el viejo, Fidón de Árgos o Trasíbulo de Mileto. Y deja de llamar a mi casa. Ninguno de la comunidad vamos a apoyarte en tus conflictos familiares. Eso nunca, no, jamás. Para nosotros no es olor a fruta madura lo que percibimos por tu ventana, sino a podrido, infecto, putrefacto y corrompido".

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