EL próximo sábado el Almería juega uno de los partidos con menos trascendencia de la temporada para el conjunto rojiblanco.

Será un encuentro sin presión porque ante el Real Madrid se puede permitir el lujo de perder. Sin embargo, lo que desde las filas almerienses no se tendría que haber tolerado es dejar escapar los tres puntos del pasado domingo frente al Athletic.

Lo vivido en el Estadio Mediterráneo hace ahora unos días fue bochornoso, no solo por la derrota, sino por la imagen que dio el equipo y los aficionados, que 30 minutos antes del pitido final corrían despavoridos por las inmediaciones del campo rumbo a sus hogares para ver el Barcelona- Real Madrid.

Se pueden hacer distintos análisis sobre la derrota ante los leones pero por muchas excusas que se pongan es intolerable la actitud de algunos jugadores que, absortos, dejaban transcurrir los minutos sobre el terreno de juego.

Se notó y en exceso la ausencia de Fernando Soriano, un jugador con lucha y entrega que no es de la simpatía de muchos pero que debería ser ejemplo para todos. Y en cuanto al entrenador, que se ha convertido en objeto de todas las críticas en las últimas horas, mucho tendrá que sopesar el técnico mexicano no ya para el partido ante el Real Madrid sino para el Deportivo de la Coruña, que conforme pasen los días se convertirá en un encuentro a vida o muerte.

El pasado domingo el equipo y el planteamiento inicial eran los ideales pero el resultado fue nefasto. Son cosas del fútbol; que nunca llueve a gusto de todos, y más cuando en Almería nos mojamos o nos mojan.