La tapia del manicomio

Libros vintage

Desde que alcanzamos el uso de razón, hemos acumulado libros en todas las paredes de la casa

Ante el letrero "Se vende libros" que acabamos de ver en la calle, recordamos la vieja duda sobre si lo correcto era así o se "venden" libros. La Academia hace años que zanjó el asunto, recordando que lo correcto es la concordancia de número: se venden. Lo que pasa es que ninguna de las dos formas es exacta puesto que no hay modo de vender un libro usado. Toda la vida, desde que alcanzamos el uso de razón, nos hemos dedicado a comprar, leer y sobre todo acumular libros en todas las paredes disponibles de la casa de uno. Ahora podemos decir que nos quiten lo bailao, pero empezamos a preocuparnos por el destino de nuestros queridos volúmenes. "Si la muerte pisa mi huerto", como cantaba Serrat, quién vaciará mis anaqueles, embalará mis libros y, sobre todo, quién los llevará al trapero para venderlos al peso. Porque no hay ni quien los compre, ni quien los quiera regalados. Hasta hace unos años, como en Almería no hay rastro, teníamos la opción de vendérselos a Biosca que, entre otras ocupaciones marginales, compraba y vendía libros viejos. Información: ponemos en el escaso conocimiento de los no iniciados que el tal Biosca (del cual ignoramos el nombre de pila) era hermano del famoso futbolista de Betis, Antonio Biosca, único almeriense que ha jugado en partidos oficiales de la Selección nacional, incluso en el Mundial de Argentina.

El citado hermano de Biosca, tenía su centro de operaciones en el mítico bar La Gloria, donde también tenían sede Joaquín el del poste de gasolina y los descargadores de la alhóndiga Joselito y el hermano de Richoly. También ignoramos el apellido de Joselito y el nombre de pila del hermano del famoso guitarrista almeriense. Tanto el bar La Gloria, como el poste de gasolina de la Rambla, como la mayoría de estos personajes han desaparecido del panorama. Así que, sin el recurso de Biosca no queda más opción que el contenedor de basura del Ayuntamiento. Eso sí, el azul que es el de papel y cartón. No vayamos a que encima de contribuir al embrutecimiento del personal en general, ayudemos a empeorar el medio ambiente con la tala de árboles para hacer papel. ¡Y pensar que pensábamos que la mejor herencia que podíamos dejarles a los hijos era una buena biblioteca para complementar su educación! Y ahora resulta que con lo que valen nuestras bibliotecas al peso no tendrán ni para pagar el porte de la casa al contenedor.

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