Miramar

Pepe / Cazorla

Mamá, ¿qué te dijo papá?

DE mi regreso de tierras antequeranas, mi hijo me señaló: Papá, tienes los nervios de acero como Robocop. ¿Qué le has dicho a mamá? ¿Y el Adra?

El Adra, mi Adra está metido en un iglú, y yo con la sangre aclimatada a la cruda meteorología reinante, es decir helada. La muerte es dulce, pero su antesala, cruel.

Mi sufrimiento se está prolongando y los botes de bicarbonato, empiezan a costarme una bicoca a precio de mercado negro.

Tengo el 208 del mando carcomio de tanto teletexto por el televisor. Veo cada domingo más gente subida en la muralla que dentro del campo. Hemos perdido 21 puntos a partir del minuto 87.

La plantilla es muy corta, con menos gente que en los botes del Titanic. Muchas bajas. Ha perdido para toda la temporada a Jaime, Diego y Cristóbal.

No han podido repetir la misma alineación dos veces consecutivas. En Antequera, por poner un ejemplo, acabó con cinco juveniles y Ramón Gómez con cinco puntos de sutura en su labio inferior por un codazo de Pepelu. Es más, el portero Gato, suplente de Asta, acabó jugando los últimos minutos de media punta, como hizo Molina con Javier Clemente en la Selección.

Pero…todo problema tiene solución, sino, no es problema. Mi padre me decía que el numero nueve no es sino un seis que se superó a sí mismo y nunca hay que lanzar las campanas, el campanario y al campanero al vuelo.

Hoy frente al Alhaurin de la Torre, en este partido fronterizo entre la puerta de salida de la UVI o el ingreso definitivo en la sala de enfermos terminales, el Adra debe correr por los pasillos del hospital con un aspecto más saludable, con la sensación de que el alta médica no tardará en llegarle.

Papa, dime ¿Qué le has dicho a mamá?

Le dije que si el Adra jugara en el cielo…moriría por verle.

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