TUVE la oportunidad de hablar durante la pasada semana con un buen número de aficionados del Almería y me llamó la atención que casi ninguno se refería al importante partido ante el Valladolid, todos me comentaban las ganas que le tienen al Betis, el deseo que les recorre el cuerpo de ver a los verdiblancos caer sobre el Estadio Mediterráneo.

Casi nadie puede olvidar lo ocurrido en el partido de ida, las amenazas y los intentos de agresión que sufrieron los seguidores rojiblancos en el Manuel Ruiz de Lopera, el lanzamiento indiscriminado de objetos sobre David Cobeño, la surrealista actuación de Velasco Carballo, las risas de Chaparro… Es curioso como el equipo heliopolitano ha liquidado su histórica simpatía hasta el punto de ser enemigo número uno de la gran mayoría de clubes y aficionados de España, que ya están hartos de botellazos y de números de circo.

Y en las mismas está el Real Madrid, no se vayan a creer, el club blanco sigue generando amores y animadversión al mismo ritmo y en ese sentido esta semana ha vuelto a pinchar en hueso. El Santiago Bernabéu fue un clamor por momentos insultando a Carlos Gurpegi con la connivencia de nuestro colegiado Fernández Borbalán que, olvidándose de sus obligaciones, rehusó parar el partido y al menos hablar con el delegado de campo. Aunque a algunos les pierda el paisanaje lo cierto es que David cada día lo hace peor y se viene abajo en el coliseo blanco hasta perder el norte recordando los peores tiempos del ahora comentarista Andújar Oliver. Qué menos que hacer respetar a los verdaderos protagonistas de esto, que por si a alguien se le ha olvidado son los futbolistas.

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