Manuel Villar Raso

Y ahora, sus muchos y buenos amigos quieren recordarnos que Villar Raso fue novelista, autor de una vasta bibliografía

Siempre que echo la vista atrás, para lo bueno y para lo malo, me aparece en el retrovisor la ciudad de Granada. Y eso, a estas alturas, ya no tiene remedio. Ahora nuevamente se me cruza en el camino, entre los ecos de las cornetas y los redobles de tambores de la singular Semana Santa de Vera, para recordarme que sí que existen personas que son profetas en su tierra, aun cuando esta sea de adopción. El día 23 de noviembre de 2015, con la mirada plácida de un octogenario, bajo el decorado opalino que otorga a la ciudad uno de esos otoños duros en los que el cielo rompe a nevar definitivamente, falleció un soriano afincado en Granada: Manuel Villar Raso (q.e.p.d.) En ese momento nos abandonó el padre, el vecino de a pie, el ciudadano intachable, pero no el escritor. Y ahora, sus muchos y buenos amigos quieren recordarnos que Villar Raso fue novelista, autor de una vasta bibliografía, ganador de numerosos y prestigiosos galardones literarios, y hacedor de personajes que se van a quedar para siempre en la memoria de aquellos que se entregaron a la lectura de sus libros, quizá incluso en la de usted cuando se decida a leer algo de Villar Raso. En el mundo de los vivos queda La casa del corazón, El color de los sueños, Mar ligeramente sur, El laberinto de los impíos, El zulo de los elegidos, Encuentros en Marbella, Comandos vascos, La mujer de Burkina, Donde ríen las arenas, La larga noche de Ángela y un larguísimo etc.

Yo no lo conocí, pero sí que lo he seguido por su hijo Eloy, a quien tengo entre mis amistades amasadas en el levante. Pero aquellos que lo trataron confirman que además de gran novelista, fue un hombre generoso, valiente e inquieto. Profesor de literatura norteamericana en la universidad de Granada, guionista para documentales de televisión, expedicionario por las difíciles entrañas africanas, un continente que le atraía casi de forma enfermiza, traductor de Walt Whitman o Emily Dickinson, y hombre leal y generoso.

Hace poco tiempo, la Diputación Provincial de Soria dedicó el número 95 de su Revista de Soria a la figura Villar Raso. Y aprovechando este hecho, quiero utilizar estas líneas para decirle que, cuando usted lea esto, habrá tenido lugar en Granada la presentación de esta Revista de Soria, y serán muchos los amigos que se hayan reunido alrededor de una mesa para hablar de un hombre excepcional. De su vida y su obra. Bueno es saberlo.

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