República de las Letras

El Máster

Qué dirían esos tertulianos sobre el famoso máster en comparación con los títulos de nuestros hijos, tan sacrificados

Esto va del máster de Cifuentes, así que si usted es de derechas ya puede dejar de leer. Porque hay que ver este asunto lo que ha dado de sí. Mañanas enteras de televisión, la primera mitad de casi todos los telediarios -la otra mitad, truculencias, que parece que los telediarios son El Caso de nuestro tiempo (¿se acuerdan de aquel periódico de sucesos de los años 60 y 70?)-, todas las tertulias televisivas y todos los programas de investigación informativa se han llenado de cada una de las noticias que iban apareciendo todos los días y sus correspondientes comentarios. Así que esto del máster de Cifuentes ha sido un chollo periodístico, un caramelo para los entrevistadores y fotógrafos, una joya para los profesionales de la información. Tanto como en los medios locales ha faltado, me parece, tratamiento de este hecho. A ver, los profesionales claro que han informado, unos más y otros menos, unos con más dedicación y agrado, otros con menos interés y dolor del daño inferido al partido por la señora Cifuentes. No, me refiero a los comentaristas habituales, a los tertulianos, a los opinadores. Incluso me refiero a ciertos columnistas semanales que en otras circunstancias, hablando de otros problemas y de otros políticos, se han volcado en descalificaciones, recomendaciones de mano dura -ay, aquel "a por ellos"-, afirmaciones paralegalistas, denuestos, ironías, veladas amenazas, insinuaciones, etc., etc. Esos, alguno incluso de ámbito andaluz y nacional, esta vez se han callado como aquellas pobres diablas que decíamos en cuaresma. Lo que es la vida: ora te machaco a ti por una sospecha venezolana sobre un adversario político, ora me callo o sólo refunfuño entre dientes por una mentira demostrada de uno de las nuestros. Y así se ocultan a los lectores, oyentes o espectadores las autorizadas opiniones de los seguidores propios, partidarios, palmeros y fieles, que como todo el mundo sabe suelen ser los más duros críticos que cualquier político puede tener. Me hubiera gustado, por ejemplo, ver y oír en la televisión local -y esta es otra: que no es la televisión del PP, ni del alcalde, sino de todos, pues se paga con dinero del Ayuntamiento, o sea, público-, me hubiera gustado, digo, ver qué dirían ciertos participantes en las tertulias sobre el famoso máster de Cifuentes en comparación con los títulos de nuestros hijos, obtenidos con mucho trabajo y sacrificio.

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