Si sopla el viento

Andrés García Lorca

Mayo, 'primeras comuniones'

EL mes de mayo, me trae viejos aromas de flores y recuerdos de tardes de mi infancia. Las golondrinas que anidaban en la iglesia de San Sebastián, las veía sobrevolarla y me parecía que volaban muy altas, inalcanzables. Hacía calor y la ciudad entraba en otros ritmos, el jueves de Corpus marcaba un particular inicio del verano y el fin de las "Primeras Comuniones".

Entonces, nuestra sociedad era modesta, y estos actos de la vida cristiana, tenía un recorrido económico y social muy corto, frente a un largo camino de cariño de familia, con churros y chocolate. Siempre se sacaban unas perrillas de padrinos, abuelos y tíos, cuando le hacías esa entrega ritual del recordatorio, en el que figuraba tu nombre con letras de oro, los había también con foto, pero no era mi caso.

Una mañana de la pasada semana, en el autobús, oía la charla de dos señoras jóvenes, que comentaban, entre la preocupación y la alarma, que ahora te envían el "recordatorio de la comunión", junto con el número de cuenta corriente.

La verdad es, que entre las ropas de la familia, los costos de la celebración y reportajes audiovisuales, se va una fortuna. Aunque luego se diga, que los veinte, treinta o cincuenta euros, de donación a la parroquia, sea una cifra escandalosa.

Resulta cuanto menos curioso, que junto a este montaje social y económico, no subyace, en muchos casos, un sentido claro y sincero del origen y fin de este acto religioso. Parece que esa dimensión, es la menos importante, por eso no me extraña, que un padre, muy progresista, reclamase para su hijo una "primera comunión civil"; al menos tenía coherencia lo que decía o pedía. Por el contrario, muchos de los que asumen la liturgia cristiana, deberían ser concientes, que se trata de un acto de inicio a un sacramento de la vida cristiana y que supone un compromiso de vida.

La verdad es que estas situaciones se han ido de la mano, la Eucaristía es una vivencia cristiana que implica otros compromisos, no es un ritual de iniciación a algo que no se sabe muy bien lo que es, pero lo hace todo el mundo.

Es un acto en la vida para los que viven la fe cristiana, en familia y en el esquema de una comunidad de fe. Y ello no necesita de tanta expresión social y económica, sería mejor la sencillez, no exenta de humildad y coherencia con lo que representa, la sublimación del amor.

No deja de ser cierta y encomiable, la rectitud de intención de muchas familias, que en estos días, viven con esperanza y cariño la iniciación al sacramento de la Eucaristía de sus hijos, concientes de lo que representan y asumen. A ellos el reconocimiento, el respeto y la mas sincera felicitación.

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