Mentir

No hay nada que nos dé más miedo que redactar un currículum. Pongamos lo que pongamos, todo parece poco

No hay nada que nos dé más miedo que redactar un currículum vitae. Pongamos lo que pongamos, todo nos parece poco. Y encima experimentamos una especie de pánico metafísico cuando descubrimos que aquellas pobres líneas que a nadie interesan son nuestra biografía oficial. "¿Eso es todo lo que soy?", nos preguntamos al leer esas palabras absurdas que nos suenan a un lúgubre epitafio. "¿No soy más que un diploma amarillento, un montón de años aburridos en una oficina, un libro que nadie leyó, unos proyectos que nadie se tomó en serio?". Por supuesto que en esas biografías falta lo más importante -la vida sentimental, los hijos, el amor que hemos dado y hemos recibido, los actos de generosidad que hemos protagonizado y que nadie conoce salvo las personas que los vivieron-, pero todo eso forma parte de nuestra biografía secreta, que es la importante, sí, y la que nos salvará o condenará si algún día se nos piden cuentas en algún sitio. Pero la biografía que cuenta, por desgracia, es la otra: la profesional, esa otra biografía que en el fondo tiene muy poco que ver con lo que en realidad somos.

Eso explica que mucha gente haga todo lo posible por inflar sus biografías. Cuando iba a publicar su primera novela, Truman Capote escribió en la solapa que había sido bailarín de claqué, pintor de vidrieras y aprendiz de adivino con la famosa astróloga Acey Jones. Ninguna de esas cosas era cierta, por supuesto. Y el problema llegó cuando Capote se hizo famoso y los periodistas descubrieron que ni siquiera sabía bailar claqué. Ahora, como reacción a los currículos hinchados, hay una tendencia a escribir biografías minimalistas. El otro día me encontré esta: "Mindy Kaling vive en New Hampshire y no tiene televisión". Eso era todo. De repente sentí una enorme admiración por Mindy Kaling, quienquiera que sea.

El caso del máster falso de Cristina Cifuentes ha suscitado tanta antipatía porque todos sospechamos que esa biografía fraudulenta ha servido para obtener privilegios laborales que les están vedados a miles de personas. Y además, porque también sospechamos que esas biografías falsas sirven para camuflar las biografías íntimas en las que no hay ni un ápice de amor ni generosidad ni dedicación. Y qué quieren que les diga, yo no siento ninguna pena de esos políticos que ahora tienen que avergonzarse de sus mentiras.

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