la Buhardilla

Manuel Lucas Matheu

Non ho l'eta per amarti

LOS menos jóvenes recordarán aquella famosa canción de la italiana Gigliola Cinquetti, ganadora del festival de Eurovisión de 1964. En esta, ella le pide a su amado, que le "deje que viva un amor romántico", mientras espera a tener la edad suficiente para amarlo. Parece que con ocasión del crimen del Salobral, en el que Almudena, de 13 años, ha muerto a manos de un hombre de 39, con el que había mantenido una relación, se ha abierto el debate sobre la edad mínima para mantener relaciones sexuales consentidas. Y claro está, como consecuencia, la propuesta para aumentar legalmente esa edad, que en España está ahora en 13 años. Para ello el Gobierno dice estar recogiendo informes. Esta decisión podrá ser ideológica, política, oportunista ante un determinado hecho, pero no científica, por muchos informes que recopilen. La edad en la que una persona está preparada para tener relaciones sexuales, a partir de la pubertad, podrá ser opinable, pero no demostrable científicamente. Y me refiero a las relaciones sexuales, con coito, porque las demás nunca tuvieron edad. Los juegos eróticos infantiles están en la memoria de muchas personas. El proceso de sexuación es muy diferente de unas personas a otras. Este hecho hace que cada uno de nosotros seamos personas sexuadas, sexuales y eróticas, de forma única e irrepetible. Y eso es así tanto desde el punto de vista biológico, como psicológico. Por tanto es imposible uniformar ese proceso. La pubertad se ha ido adelantando en los últimos años. La edad media de la primera menstruación es hoy está alrededor de 12 años. Investigadores de la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP) aseguran que actualmente la pubertad masculina puede debutar hasta dos años antes de lo que se pensaba. Según los resultados de un estudio con 4.000 niños, la media edad de inicio es de 10,4 años. De modo que biológicamente, si podemos hablar de la edad media en la que finaliza la infancia, pero psicológicamente, emocionalmente y socialmente es mucho más complicado. Hay personas que con 30 años de edad, son bastante más inmaduras que otras con 15. Pero mientras que seguimos sustraídos en debates estériles, cometemos una enorme irresponsabilidad. No afrontar que nuestros hijos aprendan a elegir en libertad, con madurez y responsabilidad, sobre su vida sexual. Y la base para elegir así, es el conocimiento del hecho sexual humano y de sus capacidades. Un conocimiento fuera de las ideologías, que luego cada cual pueda adaptar a sus preferencias, creencias y capacidades. Y eso significa una educación sexual profesionalizada. Educación sexual que hipócritamente, situamos en la cola de nuestras prioridades, o la reducimos a la prevención de problemas, o la ponemos en manos de personas no preparadas.

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