Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

Nueces

Mantiene vigencia la teoría del jefe del PNV que hablaba de los que agitaban el árbol y los que recogían las nueces

Como lo que no puede ser no puede ser y además es imposible, vayan descartando que el ridículo que ha hecho el independentismo catalán y la ofensiva política y judicial que lo ha desarbolado y lo ha colocado en a las puertas de la cárcel, vaya a servir para gran cosa. Descarten también que las elecciones cuyos tiempos ha manejado con talento gallego el presidente Rajoy produzcan otro resultado que el de constatar que la sociedad de aquella comunidad está partida en dos, como lo ha estado desde hace décadas o incluso más y que, como aseguró Ortega en su tan citada frase, Cataluña es un problema que los españoles tendremos que conllevar por siempre jamás.

Lo que ha pasado, que ha tenido unos costes internos y de proyección de la imagen de España que todavía ni podemos imaginar, sí ha servido, sin embargo, para constatar algunas realidades que por razones diversas habían quedado desdibujadas: primera y principal que quien le echa un pulso al Estado está condenado de antemano a perderlo y segunda y también importante que lo que dijo hace ya muchos años aquel siniestro jefe del PNV que se llamaba Xabier Arzalluz -cuando ETA mataba a diestro y siniestro- sobre los que agitaban el árbol y los que recogían las nueces sigue plenamente vigente.

Cuando las aguas vayan camino de volver a su cauce y hayamos perdido de vista al patético Puigdemont, a la sectaria Forcadell y al siempre compungido Junqueras será el momento de preguntarse por qué y cómo las cosas se dejaron llegar a un punto en el que se puso en peligro la pervivencia del sistema democrático y la imagen de España en Europa. Será el momento de analizar silencios, intentos descarados de mirar para otro lado o incluso complicidades más o menos explícitas. ¿Dónde estaba la tantas veces invocada burguesía catalana, tan avanzada y con tanto seny, hasta que al final tuvo que lanzar un aviso desesperado de socorro a la Zarzuela y a la Moncloa para que fueran a sacarles las castañas del fuego?

Las hojas del calendario irán cayendo una encima de otra y pasado un tiempo tendremos perspectivas para comprender las cobardías y los intereses ocultos que han puesto a este país al borde del abismo. Pero mucho antes, a la vuelta de sólo unos meses, cuando se hayan celebrado las elecciones y haya una Generalitat digna de ese nombre, es probable que el resto del país se esté felicitando por el hecho de que al final esto se pueda taponar, de momento, con más dinero y más poder. Las nueces que decía el tal Arzalluz.

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