El callejón del gato

Opinar en las redes

Estamos hartos de ver a los políticos tragar saliva cuando se les pone delante de los ojos la pantalla luminosa

Cada vez que escribo un artículo tengo por costumbre, una vez terminado, dejarlo durante unas horas en el letargo para volverlo a leer y hacer las oportunas correcciones, si lo creyera conveniente. En cuanto a mis intromisiones en las redes sociales soy extremadamente cauteloso. Me producen un gran respeto las cosas que quedan, como se suele decir, por escrito y que dan fe de aquello que permanece plasmado en un papel. Por esa condición mía me sorprende la ligereza con que se utilizan las redes sociales para decir lo primero que a uno le pasa por la cabeza sin pensar en la repercusión que pueda tener un comentario escrito y al alcance de todo el mundo. A veces son personas individuales lanzando al viento su última ocurrencia, desde políticos famosos hasta personas desconocidas que, precisamente por el contenido del mensaje trasmitido, alcanzan la fama de la noche a la mañana como le ha ocurrido a Rosa María Miras, la independentista catalana que manifestó sus deseos de que violaran en grupo a Inés Arrimadas, lo cual ha dado lugar a su despido en la empresa donde trabajaba. Este caso se ha dado conocer, pero hay miles de parecida catadura que circulan sin freno por las redes sociales, como por ejemplo felicitándose por la muerte de un torero o insultando a diestro y siniestro a políticos por el simple hecho de pertenecer a un partido que no es de tu simpatía. Y, hablando de políticos, son ellos los que a veces meten la pata por escrito, lanzando mensajes que, por un interés inmediato, contienen una falsedad, y que pasado un tiempo niegan rotundamente haberse pronunciado sobre el asunto en cuestión. Estamos hartos de ver a más de un político tragar saliva cuando se les pone delante de los ojos la pantalla luminosa de cualquier artefacto portátil donde queda reflejado lo que niegan haber dicho alguna vez. También es frecuente el lanzamiento de un eslogan al que se adhieren internautas proclives a compartir mensajes afines a una corriente de pensamiento. La frase "Juana está en mi casa" ha invadido las redes sociales en los últimos meses. Aparentemente era una muestra solidaria pero, por el contrario, dicha manifestación podía alentar a Juana al incumplimiento de una ley que a la larga le produjera malas consecuencias. En caso de que así fuera, sólo ella pagaría su culpa, mientras que las personas que contribuyeron a su penalización, tan tranquilas y a la espera de exhibir su solidaridad a la primera oportunidad.

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