La trágica foto fija catalana de dos mitades de la sociedad de espaldas nos deja como estábamos. Pero el resultado tiene consecuencias internas, y en la política nacional y andaluza. La primera conclusión es que la antigua Convergencia pujolista es insumergible. Embargadas sus sedes y procesados sus dirigentes por corrupción, se reinventan, mantienen el favor del público y encabezan el bloque nacionalista. Esta vez los antiguos convergentes se han presentado clandestinamente en la lista carlista de Puigdemont. Carlista, de Carles, y de tradicionalista viejo: su lema del legitimismo fue una de las divisas del carlismo en el XIX.

Uno de los méritos de la política catalana ha sido su pluralidad ideológica. Mientras que en las regiones más pobres de España como Extremadura o Castilla La Mancha había dos partidos parlamentarios, PP y PSOE, en las regiones ricas había seis o siete. Más allá del nacionalismo, tenían el arco completo: conservadores (PP), democristianos (Unió), liberales (Convergencia), radicales de izquierda (ERC), socialdemócratas (PSC) y comunistas (PSUC), a los que se han sumado los nuevos liberales de Ciudadanos, los reeditados anarquistas de la CUP y los postcomunistas de Colau e Iglesias. ¿Quién da más?

El auge de Ciudadanos, además del atractivo de su propuesta y su candidata, llega por el hartazgo con los dos partidos clásicos de la política española. PSC y PP sumaron 64 diputados en 1999 en el Parlament. Hoy tienen 20, un testimonial 15%. Aviso a navegantes; cambio de tendencia en un territorio ideológico competitivo. Y si el PP se ha quedado antiguo, también los socialistas. Rodríguez Ibarra ha pedido que el PSOE se divorcie del PSC y disuelva el matrimonio de 1978 de su Federación catalana con los partidos de Raventós y Pallach. Eso es quizá lo que piensan en el PSOE andaluz, aunque no lo digan.

La debacle del PP, con mal candidato, campaña desorientada y marca desacreditada produce un resultado sonrojante: C's 37, PP 3. Y tiene influencia en el resto de España, diga Rajoy lo que diga. Eso hace indiscutible la declaración del presidente; intentará estirar la legislatura hasta 2020, porque hoy sacaría mucho peor resultado. Le pasa factura su falta de audacia. Mientras, Pedro Sánchez y su defensa plurinacionalidad han perdidos clientes en el llamado cinturón rojo de Barcelona. El 21-D deja tocados a los dos grandes partidos en toda España.

Aquí se puede sacar algún paralelismo. El PSOE andaluz es tan insumergible como Convergencia. Ciudadanos tiene posibilidad de mejora, pero carece de algún Rivera o Arrimadas de candidato. Moreno, que presumió de haber hecho campaña con el PP catalán, puede inferir por qué su marca está en declive. Igual que la confluencia de Podemos e IU, que también ha pisado una cáscara de plátano en Cataluña. Se ha agitado el escenario y todo 2018 será preelectoral. Después, seguramente seguiremos como estábamos, también en Andalucía.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios