República de las Letras

Pasado y literatura

El tiempo es el gran tema de la Poesía, de la Literatura, del Arte. Es también la gran tragedia del Ser Humano

Aquién le importa ya el pasado, las obras del pasado? El presente es grueso, lleno, variado y urgente, la vida cotidiana tiene prisa y pasa rauda, no hay tiempo para el pasado, y menos para el pasado de otro. La Vida, en ese sentido, es un río, como se ha dicho tantas veces desde Jorge Manrique. Un río que nunca cruza dos veces un mismo paraje. Pero no es vacuo mirar a las riberas: parte del agua pasada -esa que, dicen, no mueve ya molino alguno- irriga y fecunda, vergeliza los campos aledaños. Egipto, nada hubiese sido en la Historia sin el Nilo.

Pero nada de nostalgia. No evoco el pasado con deseos de recuperarlo, lo que me provocaría dolor y melancolía. No. Trato de explicarme a mí mismo mis principios. Hablo del tiempo. De mi tiempo. Constato su finitud. El tiempo en su cortedad, no en su eternidad, el tiempo pasajero inexorable, es el gran tema de la Poesía, de la Literatura, del Arte. Es también la gran tragedia del Ser Humano: saber que va a morir. La búsqueda de una explicación a esa consciencia ha dado lugar, en la Historia, a todas las religiones y a las filosofías. El Hombre busca la felicidad -siempre con minúscula, pues con mayúscula no existe- porque ambiciona una vida buena, un paso por el mundo lo mejor que sea posible, pues sabe que es finito, transitorio, pasajero. La escritura y la fotografía son al hombre moderno lo que las pinturas rupestres al hombre prehistórico: un intento de captar, de congelar un momento el transcurso de la vida para transmitirlo a otros. Las memorias son un género literario ideado para ajustar cuentas, o rendirlas, al fin de la vida. Los diarios plasman el día a día, son otro intento de prolongar lo fugaz, de detener el tiempo mediante el conjuro del relato de lo acaecido en el pasado reciente. La novela suplanta a ambos géneros e incluso al personaje central de ellos, en un enmascaramiento que evite la confrontación directa con el tiempo pasado, sea éste remoto o inmediato. El presente no es lo interesante. El futuro aún no existe. Sólo el pasado es objeto de análisis en las distintas formas de Literatura para explicarnos, no quiénes somos, sino qué somos, por qué lo somos y cómo hemos llegado a serlo. Y todo esto sólo adquiere sentido, sólo se hace para alimentar la esperanza. La creencia de que mientras hay vida hay esperanza es rigurosamente cierta. Por eso, siempre nos quedará la Poesía, esa divina escritura.

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