LEO en la competencia un reportaje acerca de la obesidad de las mascotas, un mal que afecta ya a la mitad de las existentes en Europa. Gran problema: la contradicción mayor de la Humanidad ya no se da entre los seres humanos que no tienen qué comer y los que comen demasiado, sino entre los hambrientos y los animales de compañía de los hartos. Perro mundo este en el que los perros de los hombres ricos viven mejor que los hombres pobres.

Alguien me hizo observar hace años que los perros acaban pareciéndose a sus dueños, no sé si porque los eligen a su imagen y semejanza o porque la convivencia termina homologándolos. No es extraño, pues, que los perros, y también los gatos, vayan padeciendo las patologías de sus propietarios, como si hubiera entre ellos una transferencia de enfermedades, un contagio de males físicos. Tiene su lógica. El sobrepeso de las personas -factores genéticos aparte- procede básicamente de una alimentación deficiente y una vida sedentaria. Igual con sus animales domésticos. Si el dueño se atiborra de alimentos engordantes y no se mueve del sofá, su mascota adquirirá los mismos hábitos. Por imitación y porque nadie le proporciona otra comida o le lleva a hacer ejercicio.

Belén Tobalina, en La Razón, preguntaba retóricamente: "¿usted se comería cuatro hamburguesas y media por la mañana?". Lo más probable es que la respuesta sea negativa. ¡Qué barbaridad! Pues según los expertos darle una taza de leche a un gato es como si el dueño se comiera las cuatro hamburguesas y media. Más o menos, como irlo envenenando poco a poco.

Y con las mejores intenciones, esas que empedran las calles del infierno, ya que mucha gente cree premiar a su mascota -porque ha hecho alguna gracia, porque se ha portado bien o porque sí- dándole de comer chucherías. En realidad lo que están es regalándole todas las papeletas para que coja una diabetes o tenga un problema cardiovascular. El chocolate, por ejemplo, tan apetitoso y euforizante, puede ser enormemente dañino para los animales, sobre todo el negro, que contiene en mayor proporción una sustancia inocua para el hombre y peligrosísima para el perro o el gato.

La clave de una vida larga y saludable en una mascota reside, al decir de los veterinarios, en una alimentación racional. Proponen que los premios que les demos por buena conducta sean del tipo de un cuarto de manzana, un tallo de apio o unas galletas integrales. Pero esto es como todo: ¿qué perro va a sentirse a gusto en casa si cuando estamos contentos con él le soltamos un apio? Peor aún: ¿quién nos va a convencer de que la mejor manera de querer a un ser vivo es haciéndole pasar hambre?

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