LOS Messi, Agüero, Albert Crusat… gigantes pequeños en la Primera División Española, contrarrestan a los Gato y Alex Tejada, pequeños gigantes del grupo IX de la Tercera División. Una especie de jugadores en peligro de extinción en los equipos de nuestro fútbol y capaces de sobrevivir por su talento y calidad, sin olvidarme de su inteligencia que suple a su escasa estatura y que les hace ser revulsivos en determinados momentos de los encuentros. Si el jugador es inteligente y sabe moverse en las jugadas, ser pequeño no se siente. La estatura es importante, pero cuando existe habilidad, esta puede pasar a segundo plano en cualquier campo de fútbol. Y el público, que es el juez, siempre estará a favor del tipo de juego que desarrollan.

Existen diversas teorías que indican que el fútbol de hoy en día, el que vemos todos los fines de semana, reclama jugadores completos, que lo tengan todo y quieran seguir mejorando. Que apoyen su técnica en un gran físico, pero reconocen también que el mayor defecto que pueden tener un jugador espigado es la falta de velocidad y dominio del balón en espacios reducidos, ante los de menor estatura que encuentran dificultad en despejar balones aéreos.

Me apuntaban que Gato es muy pequeñito para ser portero, demasiado bajo para ser un meta de garantías para la portería de mi Adra. A mí me pareció un genio desde que lo vi por primera vez. Y en cuanto al extremo zurdo Alex Tejada (1,65 centímeros), son centímetros de una sobredosis de ingenuidad, calidad y velocidad endiablada para recorrer la banda izquierda de Miramar o cualquier de Tercera. El fútbol en sus botas habla el mismo lenguaje buscando el valor de los puntos, siempre gigantesco sea ante un enemigo maduro o verde.

Ellos son pequeñines y no respetan las defensas o delanteras de tallas grandes.