República de las Letras

El Pingurucho

En 1943 era un grito de libertad en la misma jeta de los fachas. ¿Es eso mismo lo que ahora les pica de él?

Qué es lo que les molesta del Pingurucho en la Plaza Vieja? Curiosamente, también en mayo de 1943, cuando Franco vino a Almería por primera vez, a alguien se le ocurrió que el Monumento a los Coloraos, el anterior Pingurucho -también en la Plaza Vieja-, podía resultar ofensivo al dictador, que iba a pronunciar en el Ayuntamiento de la ciudad el llamado Discurso de la Paz. Motivo por el que el alcalde, Vicente Navarro Gay, ordenó desmantelarlo. Los restos de aquellos hombres se trasladaron al Cementerio de San José, a un nicho sin nombre, y las piedras del monumento se esparcieron por la Plaza Pavía y sirvieron después para hacer bordillos de aceras y arreglos en el puerto. No hay que olvidar que, por más que ahora estos liberales modernos sean fervientes admiradores secretos -en la intimidad, digo, como hablaba catalán Aznar- de la figura de Franco, éste se declaraba en la época tan enemigo del liberalismo como del comunismo y la masonería. El Pingurucho era un grito de libertad en la misma jeta de los fachas. ¿Es eso mismo lo que ahora les pica de él? Y no digo, ojo, que estos de ahora sean fachas. Digo que en su corazón guardan un rinconcito para la memoria de Franco y el franquismo. Con la peregrina idea -que es que se creen que somos tontos- de que así se queda la Plaza Vieja diáfana para eventos y espectáculos, vuelven a la carga, como hace 74 años, contra el monumento que deberían venerar. Lo que quieren es llenar la Plaza Vieja de terrazas que paguen impuestos. Ya han sido capaces de privatizar en la práctica -puesto que nadie puede circular bajo ellos- unos arcos del deambulatorio para uso exclusivo de un hotel que hicieron allí. Por eso les jode el monumento. Y quieren mandarlo, ya que no pueden a alguna escombrera o al vertedero del Acebuche, a un rincón que resulte bonito, pero que no se vea tanto. ¡Qué opinarán los cruceristas -dicen- cuando, en efecto, crucen la Plaza Vieja en dirección a la Alcazaba y se encuentren con ese flagrante canto a la Libertad que es el Pingurucho! Si finalmente lo trasladan, debería ser a la Puerta de Purchena, que fue su primera ubicación a finales del siglo XIX, la que le dieron los liberales de 1868, a los que Franco odiaba tanto.

(Otro día hablaré del atentado de Barcelona y del yihadismo en España. Pero eso será cuando se disipe un poco la ola de bárbaros comentarios que el suceso está suscitando en las redes).

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