Política y libros

Desde luego doctores tiene la materia y no soy el más idóneo para seleccionar los textos adecuados

Por más que hoy por hoy aún merezcan todas las presunciones de inocencia que les garantiza esa Constitución Española que repudian, no parece descabellado conjeturar desde ya, que algún político supremacista catalán acabará algún día condenado a cumplir pena de cárcel. Ni parece tampoco absurdo especular, también desde ahora, con la oportunidad de prever, a través de una reforma urgente del Código Penal, alguna opción rehabilitadora que favoreciera su recapacitación racional sobre el odio y sus secuelas, posibilitándoles la lectura atenta, con el subsiguiente comentario razonado, de algunos de esos libros clásicos que ilustran sobre la patológica perversión del nacionalismo esencialista y otros descarríos pulsionales que han afiebrado cíclicamente a los colectivos humanos. Lecturas sobre las que tal vez también convendría examinar, como reválida para mantenerles en sus funciones, a los autores de los textos escolares sectarios y a los maestros obcecados en enseñanzas doctrinario rupturistas, que campan en algunas comunidades como Cataluña, Baleares, País Vasco, etc. Lecturas que quizá debieran implementarse en todos los planes de estudios hispanos a través de una asignatura de sentido cívico (una revisión, a ser posible mejorada, de aquella "Educación para la ciudadanía", hoy suprimida), que aliente a los jóvenes a reflexionar sobre la ponzoñosa raíz de los patrioterismos cavernícolas, el racismo y las xenofobias múltiples, con los ríos de guerra y miserias que, por su causa, han mutilado a la humanidad. Y les adviertan sobre los medios y remedios que frente a tales lacras ofrecen la Declaración de Derechos Humanos y las Constituciones democráticas que hoy aspiran a mejorar la convivencia tolerante, la fraternidad y la igualdad de oportunidades.

Desde luego doctores tiene la materia y no soy el más idóneo para seleccionar los textos adecuados, pero sólo a título de ejemplo, quizá fuera útil la lectura de alguno de los tórridos testimonios o ensayos que existen sobre tales tragedias. Obras como "El mundo de ayer", de S. Zweig o "A sangre y fuego" de Chaves Nogales; "Contra el separatismo" de F. Savater; "Seducción de la frontera" de F. Ovejero, o "Los nuevos sonámbulos" de N. Grimaldi. Por un decir. Y ya puestos a soñar, imaginen que además tuvieran que leerse y disertar sobre libros de ese tenor, cualquier político, o todos, como requisito para ostentar cargo alguno.

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