La esquina

josé / aguilar

Políticos patrocinados

SE quejan, con razón, los políticos de que su actividad está mal retribuida -y mal vista- a tenor de la dedicación que le prestan y la responsabilidad que contraen. Con razón, pero también con matices. Uno, que acceden a ella de forma absolutamente voluntaria y a ninguno le ponen una pistola en el pecho para que ocupen cargos o se presenten a unas elecciones. Dos, que un número no despreciable de ellos carecen de otra profesión y lo que ganan en la política siempre será más de lo que ingresarían en el paro.

Hay un tercer matiz: muchos se las apañan para redondear sus emolumentos con sobresueldos, dietas, gastos de desplazamiento y otros conceptos retributivos que, a la postre, les proporcionan lo que antiguamente se llamaba "un buen pasar". Existen auténticos artistas en la materia, expertos en exprimir al máximo su paso por el poder para llevar un buen dinerito a casa sin padecer los rigores de la austeridad oficial. Siempre dentro de una legalidad que ellos mismos se encargan de orientar en favor de sus bolsillos.

Fíjense en el caso del que era vicepresidente de la Diputación de Granada cuando la gobernaban PSOE e IU y actual viceportavoz del primero de estos partidos, José María Aponte. Según los que gobiernan ahora la corporación provincial (PP), Aponte no cobraba sólo por su cargo. Cobraba por conceptos tan singulares como trabajar a partir de las tres de la tarde, acudir a actos públicos propios del puesto que ostentaba, realizar visitas institucionales, entregar diplomas o desplazarse a un festival de algo. En el mes de junio de 2010, cuando los funcionarios a sus órdenes, y los de toda España, sufrieron el famoso recorte de nóminas que trajo Zapatero en su caída del caballo, Aponte ingresó 9.846 euros. Las casualidades las carga el diablo.

Muchos Apontes de las diputaciones y de otros organismos han dado con la fórmula para burlar las políticas de austeridad que proclaman. Como servidores públicos que son consideran que cada vez que mueven un dedo merecen ser recompensados específicamente, más allá de su sueldo oficialmente establecido. Vamos, que el sueldo lo perciben por lo que son, pero también han de percibir otras cantidades por lo que hacen.

Son de esa clase de gente que no se mueven si no es con patrocinio. Lo malo es que los patrocinadores son los ciudadanos todos y el patrocinado es quien decide cuánto tienen éstos que abonarle.

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