Políticos

Percibo en el aire mustio de la tarde el ruido de los sables al entrechocarse desenfundados

Percibo en el aire mustio de la tarde el ruido de los sables al entrechocarse desenfundados. Aún se oyen amortiguados por la distancia, pero no tardará en llegar el día en que los tengamos encima, justo enfrente de nuestras cabezas. Se avecinan elecciones el año que viene y parece claro que hay que abonar el campo de batalla. Lo cierto es que el futuro cercano nos depara un tiempo de incertidumbre y cierto suspense. Y es que las municipales del próximo año despejarán muchos interrogantes. Sabremos así si el desgaste del poder realmente le pasará factura a un joven y enérgico PP almeriense encabezado por mi compañero Ramón. También tendremos noticias sobre si un PSOE remozado recuperará, de manos de Sánchez Teruel, el aliento perdido en anteriores comicios. Por fin se despejará la incógnita de Ciudadanos, y definitivamente conoceremos si realmente la formación política teñida de naranja ha nacido en nuestra provincia con vocación de no quedarse al margen de un gobierno posible. Y en cuanto a Podemos, habrá que esperar a conocer cuál es su discurso local en vista de lo mucho que suele dispersarse el partido morado en el ámbito nacional. Siendo realista, en el tablero local, no creo que haya otras figuras moviéndose por los escaques blanquinegros.

Reconozco que a mí siempre me han gustado más los políticos de pico y pala que aquellos que llegan de casa con afilados cuchillos colgando del cinto. Pero es comprensible que el difícil equilibrio que exigen unas elecciones recomiende integrar a gente variopinta. Pero tal y como está el patio, cualquiera se atreve a lanzarse al ruedo. Porque se coincidirá conmigo en que no corren buenos tiempos para el oficio de la política. Desdeñados por la edad, a veces desincentivados por las retribuciones, y siempre sospechosos, lo cierto es que no sé qué atractivo se puede ofrecer a aquellos que cuentan con muchas cosas que aportar sino es la dignidad de un cargo electo, el mérito que proporciona el servicio público. Pero me temo que en los tiempos convulsos en que todavía andamos, el político sigue boca de todos, y parece que en el corazón de muy pocos. La pistola amartillada y enfilados en el centro de una mira que observa con rigidez su vida privada y con recelo su vida pública. Y claro, así no es fácil que consigamos colocar en los puestos de salida a los mejores. Y no me cabe duda de que con ello todos perdemos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios