UN acontecimiento artístico, de una fuerza incontenible y de una calidad y una exigencia estética insobornable, se sucede estos días en Almería, en una doble muestra repartida entre Diputación y la General.

El juego de "La gallina ciega", que da título a una obra de Goya, es el nombre para un proyecto abierto al arte contemporáneo; que presenta aquí, por primera vez, un diálogo serio de inmensa riqueza, entre primeros artistas de la figuración española de la pintura, la escultura y la fotografía.

Antonio López, máximo representante del realismo europeo, encabeza la exposición, con un grabado, tres dibujos magistrales -entre ellos "El membrillero"- una de sus obras destacadas y, una escultura, una delicadísima cabeza de su mujer, en verdad estremecedora. Está anunciada su presencia en Almería, para debatir y ahondar sobre el arte actual.

La conjunción de artistas no puede ser más excepcional: Golucho, que ha elevado el dibujo a lápiz a obra de categoría inmensa, en tensión extrema, siempre adentrado por el alma de las criaturas. Ulibin, pintor ruso asentado en Osuna, que plasma un mundo poético y primitivo de belleza y desnudez, después de una hecatombe.

Ortona, discípulo magistral de Antonio López. Un famoso creador, Dino Valls, entre gótico y surreal, en exploración de los traumas de la mente.

El universo poético y austero de Toña Gómez, como estados interiores.

La soledad del libre pensador, Ibáñez, construyendo o destruyendo la forma, en una exigencia técnica del límite, para asomarnos a la ventana de sus heridas y obsesiones.

Es un disfrute contar con esculturas, deslumbrantes obras maestras de Francisco López, Polo, Manzano y de los hermanos José María y Noé Serrano. De éste destacan sus prodigiosos monstruos, que tanto deben al cine y son de una perfección sobrecogedora.

Junto a clásicos de la imagen, como Maspons y Ontañón, la muestra se enjoya con el viaje al fondo de la esencia lírica de Invarato, donde se funde la mente de artistas y pensadores con paisajes de escalofrío y densa hondura, como el retiro del poeta Virgilio y, la barca de Caronte, para entrar en el reino de las sombras.

También Carlos de Paz, se internó en la negrura aterradora del Prestige, en unas fotos impresionantes, que son un manifiesto de la inquietud del tiempo. Pablo García, con mirada nueva, descubre una Chanca cambiante y viva.

Y Alfonso Alonso, artista cordobés, que nos acompaña por la exposición, ha hallado imágenes del Cortijo del Fraile y, una Pasión, de fuerza conmovedoras.

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