Lo aprendí de...

Carmen Crespo

Pulpo seco de Adra, naturalmente

Adra, la ciudad de Abdera que fue cuna de fenicios, ha sabido avanzar durante siglos sin perder sus orígenes, hoy presentes en sus calles, cultura e historia. Son éstos los que la acreditan como una de los municipios más antiguos de Andalucía que, con identidad propia, ha sabido diferenciarse a lo largo de los siglos al acuñar moneda en la época romana, ser emblema industrial en el XIX como desvela su Torre de Los Perdigones o todo un referente pesquero que dio paso a un sector económico como el agrícola en el XX.

Cierto es, por tanto, que todos ellos conforma parte del patrimonio histórico-cultural de esta ciudad y, digo bien, al referirme a una parte porque no son los únicos. Y es que, ¿qué seria de Adra sin su afamada gastronomía? La misma que, desde antaño, ha permitido a los abderitanos tener platos únicos que se caracterizan por ser tan longevos como artesanales. Son procesos culinarios heredados de antiguas civilizaciones que se han sabido mantener y evolucionar hasta nuestros días, tal es el caso del 'Pulpo Seco'. Un producto ligado que, a la tradición marinera de los abderitanos, se ha convertido en uno de los mejores embajadores para proyectar la ciudad en España y fuera de ello. Y lo ha hecho al asociarse siempre el consumo de este producto alimentario al nombre de la ciudad. Y es que a la hora de pedirlo quién no dice aquello de 'Pulpo Seco de Adra', naturalmente. Ello no sólo lleva implícito la calidad de ese plato a degustar sino la denominación de un origen que es el que lo convierte en único. Y eso es lo que ha venido a ensalzar el Parlamento de Andalucía que, de forma unánime, ha dado el primer paso para lograr que los abdeitanos tengan reconocida la denominación de calidad diferenciada para el 'Pulpo Seco de Adra'. Es sin duda un primer paso importantísimo que vendrá a dar un respaldo fundamental al sector económico, turístico y pesquero de la ciudad, pero que, sobre todo, vendrá a poner en valor los más de 3.000 años de historia y tradición pesquera de una ciudad que, desde sus orígenes, encontró en el Mar ese carácter para curtirse como sociedad emprendedora. Este le hizo aprovechar todos sus recursos y preservar la fórmula original de los fenicios y perfeccionada por romanos, como determinan los estudios propios realizados por la Universidad de Almería en torno a este producto. Todo ello, con el fin de no echar a perder la pesca del día.

La vedad es que mis recuerdos de infancia están directamente aparejados, como los de cualquier otro abderitano, a la tradición de elaborar este salazón en familia. De hecho, creo que no había barrio en los que uno no viera 'colgado' aquel pulpo fresco dispuesto para iniciar el proceso de secado, ni hogar alguno que se resistiera a no aprovechar la brisa, la sal del Mar Mediterráneo y los niveles de humedad de esta tierra idóneos para conseguir este alimento que, con los años, ha conseguido ser distinguido por los chef más prestigiosos como un producto estrella dentro de la gastronomía tradicional al destacar el proceso artesanal que tiene.

'El Pulpo de Adra' es un plato que ha estado desde siempre en la mesa de los abderitanos, pero fue, sin duda, la generación de los 60 la que supo elevar a los altares por formar parte de esas viandas por las que merecía la pena subir a la familia al clásico seiscientos y recorrer los kilómetros que hiciera falta para llegar a un bar de Adra a degustarlo. Desde ese momento, Adra fue conocida en toda España por este producto de alimentación que, aún hoy, es difícil de encontrar fuera de esta tierra.

De ahí que la aprobación de esta iniciativa parlamentaria se haya celebrado tanto en Adra. No en vano, estamos ante el reconocimiento a un pueblo que, orgulloso de su pasado, jamás renegó de sus raíces. Es más encontró en ellas la razón para seguir prosperando al tener el convencimiento de que lo heredado es lo que les hacía únicos y diferentes. Quizás por ello, como abderitana que soy, hoy debo de sentirme agradecida de las generaciones que me precedieron, ya que a ellas les debemos haber guardado, de forma impecable, esta cultura del salazón que hacen del pulpo seco un auténtico manjar y la 'joya gastronómica' símbolo de una ciudad milenaria.

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