El callejón del gato

Realismo mágico

Artur Más o Carles Mundó se quitan de en medio abandonando la política activa

La última palabra que suena en el vocabulario conceptual de algunos nacionalistas catalanes es realismo. Más o menos nos quieren decir que su comportamiento fue fruto de una ilusión, un juego inocente para ser independientes por un día, pero que todo aquello no era real, una república catalana de mentirijilla. Y tras ese viaje a ninguna parte para constituir una Cataluña independiente, hay que dejar de soñar y volver al realismo. Es lo que se deduce oyendo a Carme Forcadell pendiente de un proceso judicial, o a los Jordis, en prisión preventiva, que han confesado que ya no creen en la unilateralidad. No sé si la utilización del término realismo y esa manera de infantilizar su comportamiento surge por propia iniciativa o se trata de una argucia de sus abogados para restarle importancia a los delitos que se les imputa. Pero mientras unos tratan de retractarse con respecto a la declaración unilateral de una república independiente y otros, como Artur Más o Carles Mundó, se quitan de en medio abandonando la política activa, todavía hay quienes se mantienen firmes en sus posiciones independentistas y no están dispuestos a tirar la toalla. Es el caso de la CUP que, según ha manifestado su portavoz tras las elecciones de diciembre, no está dispuesta a renegar de su apuesta por una declaración unilateral de independencia y, con cuatro escaños en el hemiciclo, su voto es decisivo para que los nacionalistas formen una mayoría que les permita gobernar. Y para completar la escena, Puigdemónt y sus más fieles seguidores siguen empeñados en recuperar el poder que, según ellos, les arrebato el Estado con la aplicación del artículo 155. Como Puigdemont se halla en una situación digamos comprometida con la justicia y no parece estar dispuesto a poner los pies en España, pretende gobernar Cataluña tomando decisiones desde Bruselas y apareciendo en pantalla cuando la ocasión lo requiera. En este caso realismo mágico, diría yo. En fin que estamos la mar de entretenidos con el culebrón de Cataluña que nos mantiene en suspense desde que los nacionalistas emprendieron su aventura de constituir un paraíso marcando fronteras con España. Ignoro si para cuando este artículo aparezca en el Diario se sabrá quién gobernará en Cataluña, pero tres días antes de que se constituya la mesa del Parlamento, que es cuando estoy dándole al teclado, entre los que se van, los que se quedan y los que se aparecen, nadie sabe cómo acabará esta historia.

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