El callejón del gato

Recordemos su sonrisa

Durante los trece días que ha durado la desaparición del niño, Almería ha vivido una pesadilla

Si por mí fuera, este espacio del que dispongo los martes lo dejaría en blanco como señal de duelo. Es difícil encontrar palabras para expresar el sentimiento que provoca una noticia como la aparición del cadáver del pequeño Gabriel Cruz enrollado en una manta en el maletero del coche que conducía la pareja del padre. De inmediato te vienen a la mente sentimientos en dos direcciones, uno hacia la familia del pequeño, poniéndote en su lugar, compartiendo su dolor, el otro hacia la persona que, según todos los indicios, parece ser la autora de un crimen horrendo al que no le hallamos explicación. Quedémonos con los primeros sentimientos, mostremos toda nuestra solidaridad a la familia de Gabriel y colaboremos, en la medida que sea posible a mitigar su dolor. Con respecto a lo que, inevitablemente, se nos puede venir a la mente sobre lo que se merecería una persona capaz de cometer un hecho tan execrable como matar a un niño de ocho años a sangre fría, hay que contenerse, dejarlo pasar, y que sea la justicia la que se ocupe del caso y tome las medidas que corresponda con arreglo a ley. Durante los trece días que ha durado la desaparición del niño, Almería ha vivido una pesadilla especulando sobre donde podría estar, qué sería de él en el supuesto de que alguien se lo hubiera llevado. Aunque eran muchos días y razonando parecía difícil que tuviera otro desenlace, no se quería perder la esperanza de que Gabriel apareciera con vida y el hallazgo de su cadáver ha supuesto una conmoción colectiva. Ya nada se puede hacer sino recordar su sonrisa. Y dentro de la gravedad de unos hechos tan lamentables y de la indignación que nos produce, hagamos una valoración positiva del comportamiento de los miles de ciudadanos que se ha desplazado al Parque Natural para colaborar en la búsqueda del Pescadito, de la extraordinaria colaboración en las redes sociales divulgando la imagen del niño por si con ello se pudiera hallar su paradero, de las multitudinarias manifestaciones en Almería y pueblos de la provincia mostrado su apoyo a la familia y, de manera muy especial, de la profesionalidad y el buen hacer de las fuerzas del orden público que han intervenido sin descanso día y noche. Acatemos las palabras de la madre de Gabriel, Patricia Ramírez, que son un ejemplo de cordura: "No quiero que todo termine con la rabia que esta mujer ha sembrado" "Que nadie retuitee cosas de rabia porque ese no era mi hijo y esa no soy yo".

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