El callejón del gato

Reflexiones sobre la Carta Magna

Hay algunas materias que deberían experimentar un cambio como por ejemplo una ley electoral

Se han cumplido 39 años desde que se aprobó la Constitución y si comparamos este período con cualquier otro de nuestra historia, no se puede decir que nos haya ido tan mal, como para hacer borrón y cuenta nueva, según la opinión de algunos detractores cuando se refieren al régimen del 78 como si se tratara de una herencia del franquismo. Lo paradójico del caso es que algunos de los que así piensan, hoy se sientan en un escaño de las Cortes que, en tiempos de Franco, lo podría haber ocupado un obispo de la Iglesia Católica con derecho nato a representación parlamentaria. La diferencia estriba en que la presencia del obispo respondía a una "ley fundamental" promulgada por el mismísimo Franco en 1942, y la de quienes desde su escaño pueden arremeter contra la Constitución se debe a que han sido elegidos libremente conforme a un artículo de la misma que, a la sazón, es un texto elaborado por representantes de todas las fuerzas políticas y aprobado por referendo. Alguna diferencia hay. No creo, por tanto, que haya que partir de cero con un poder constituyente según hemos oído decir a algún político con vocación redentora. Otra cosa es que habiendo transcurrido un tiempo desde que se aprobó la Constitución, haya que darle unos retoques, aunque dudo mucho que en las actuales circunstancias sea posible un consenso como el que hubo en la transición. Para llegar a un acuerdo desde posiciones diferentes es necesario ceder, lo cual fue posible cuando predominaba un interés común por encima de cualquier interés particular. El interés común era establecer una democracia de forma pacífica después de cuarenta años de dictadura. Y la Constitución es fruto del esfuerzo y el entendimiento de distintas fuerzas políticas que consiguieron ponerse de acuerdo para evitar una contienda que se podría haber entablado entre una sociedad que mayoritariamente reclamaba un cambio, y un gobierno con los atributos del poder. Hoy las circunstancias son otras y quienes reclaman una reforma de la Constitución no lo hacen pensando en un interés común sino pensando en intereses partidistas. Cuantas manifestaciones se expresan al respecto son contradictorias según de donde procedan. De todas formas hay algunas materias que deberían experimentar un cambio como por ejemplo una ley electoral que no es equitativa o un Senado inútil del que se podría prescindir, pero intuyo que sobre tales reformas será difícil que los partidos se pongan de acuerdo.

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