SIN ánimo de emular a mi compañero Pablo Martínez-Salanova y su columna 'Ni Flores', hoy me he decidido a dedicarle estas líneas a un futbolista que no hace tanto vistió la camiseta del Almería -aunque más de un abonado del equipo no tenga la más remota idea de lo que estoy hablando- y que a mí me pareció un lujo poder disfrutarlo en sólo 12 partidos como rojiblanco. Fue el primer fichaje sonado de Alfonso García, ya que lo trajo procedente del Dinamo de Kiev, entonces en Champions, en lo que fue su primer intento por buscar el ascenso.

Aquel era un Almería que, con otro entrenador, habría tenido posibilidades. Isaac, José Ortiz, Sahnoun... y Nanni. Recuerdo que no pude vivir su debut en el Mediterráneo, ante el Córdoba, porque por motivos profesionales me encontraba en Tarragona viviendo, lo que son las cosas, un 1 a 4 del Poli Ejido -donde estaban Corona y Carlos García- que le colocaba como líder de Segunda A.

Al acabar ambos encuentros hablé con mi hermano y mi amigo Nicko y me hablaron maravillas del tal Nanni: "Es el mejor delantero que he visto en mi vida en el Almería", sentenciaron. Y es que ese día el conjunto almeriense lograba su primera victoria en el Mediterráneo con la ayuda inestimable del ariete argentino. Dos semanas después por fin pude verle en acción y, la verdad, me encantó. Corpulento (medía 1'89), era bastante veloz y no estaba exento de calidad. Era un rematador nato, bueno con ambos pies y con la cabeza. Sólo estuvo 12 partidos y en ellos logró 5 goles. Tiene mérito porque jugaba en el Almería de Castro Santos -que ninguneó a Ortiz-, un equipo ultradefensivo.

El caso es que de repente dejó de jugar, en teoría por una lesión. En verano, mientras al Almería le decía que iba a renovar, se marchó al Siena italiano y de ahí ha ido dando tumbos para sorpresa de admiradores como yo. Una lástima que su mala cabeza le perdiera y le impidiera triunfar...