La esquina

josé / aguilar

Suspensos en habilidad

CADA PISA que sale nos pisa la autoestima. Sucesivos informes de evaluación internacional de estudiantes de la OCDE (PISA, por sus siglas) han colocado sistemáticamente a los alumnos españoles por debajo de la media en el conocimiento de matemáticas, ciencias y lectura. Cada vez que sacan un PISA nos llevamos un disgusto de campeonato y nos preguntamos qué se puede hacer para abandonar los puestos bajos de la tabla.

El último informe PISA conocido, con datos de 85.000 jóvenes de 44 países recogidos en 2012, revela que los estudiantes españoles de 15 años están veinte puntos por debajo de la media en habilidades prácticas. No es ya que tengan lagunas en matemáticas o no sepan leer correctamente y explicar un texto corriente. Es que son incapaces de resolver problemas de la vida cotidiana tan elementales como programar un aparato de aire acondicionado, orientarse para viajar en metro, sacar un billete de tren, manejar un dispositivo mp3 o interpretar un mapa.

Eso me parece aún más grave que la falta de formación académica, porque afecta de manera directa a la inserción social de los jóvenes. Y también extraño, porque a simple vista da la impresión de que la juventud española de ahora es mucho más despabilada que todas las generaciones anteriores, más viajada, más atenta a las novedades y más desenvuelta. Resulta que no, al menos comparativamente. Quizás le den unas cuantas vueltas en destreza y mundología a sus padres y abuelos, pero a ellos les dan otras cuantas sus coetáneos de otros países desarrollados. No saben manejarse en el mundo de hoy.

Cada PISA es una decepción, ya digo, y trae aparejado el consiguiente debate entre los expertos. Quedamos a la espera de que desentrañen el misterio de un país con una enseñanza media universalizada y más estudiantes de universidad que nunca en su historia, pero cuyos adolescentes unen a la ignorancia una falta de maña inaudita para desarrollar actividades y usar herramientas imprescindibles en la vida actual. A título de profana y humilde opinión, diré que conviene preguntarse si esta incompetencia y ausencia de destreza tienen que ver con el hecho de que han crecido en el seno de familias sobreprotectoras que se resisten numantinamente a dejarles volar solos y estudian en un sistema educativo más atento a la memorización que al aprendizaje y más pendiente de los contenidos que de enseñar a los chavales a valerse por sí mismos.

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