Lo aprendía de...

Carmen Crespo

Urge un pacto por el agua

Se debe recapacitar y entender la urgencia del gran acuerdo que alcanzaremos si vamos más allá del cortoplacismo

La escasez de agua es la gran amenaza del modelo productivo y económico de Almería, que la evidencia de falta de un gran acuerdo que atienda la demanda histórica de un campo que 'al límite' empieza a resentirse con un déficit hídrico alarmante. Pocos momentos difíciles como éste requieren respuestas urgentes, estrategias comunes y soluciones inminentes como las que contempla ese Pacto Andaluz del Agua que creemos fundamental como guía de trabajo para establecer soluciones estructurales que den viabilidad a nuevos aportes, cómo aprovechar excedentes que van al mar y planificar esas infraestructuras hídricas que urgen en Andalucía. No se trata de buscar la confrontación, es más bien lo contrario abrirnos al diálogo a fin de implicar a todos los gobiernos en la consecución de ese gran acuerdo que demandan andaluces, sectores productivos, regantes y agricultores. No hay tiempo que peder debemos dar la máxima prioridad en la agenda andaluza a este asunto a fin de que administraciones públicas, partidos políticos, agentes económicos y sociales trabajen, de forma conjunta, en el impulso de acciones que, tanto a corto, medio y largo plazo, ya planifica este documento para el marco de los próximos veinticinco años. Obras cruciales en materia de regadío, saneamiento, abastecimiento o desalación en la que todos tenemos responsabilidad. No pedimos a la Junta que arregle el problema hídrico sino que, al menos, coopere con el Gobierno de España, sin eludir competencias y responsabilidades que son muchas como plantea la Ley del Agua. Sólo así lograremos hacer lo que nos piden la sociedad; llegar a un gran acuerdo por el recurso más preciado el agua. Es difícil explicar que fuera de lo lógico y coherente, que era su aprobación, se tumbe en el Parlamento ese Pacto Andaluz del Agua, hurgando así en la herida de un sector que 'a los cuatro vientos' grita los riesgos que conlleva demorar actuaciones urgentes para su presente y futuro. Sin agua difícilmente habrá agricultura y sin ella tampoco habrá empleo o riqueza. Se debe recapacitar, acercar posturas y entender la urgencia de ese gran acuerdo que alcanzaremos si todos vamos más allá de visiones cortoplacistas y siglas políticas. No se trata de quedarnos en el debate de competencias, que siempre son objeto de interpretaciones, sino de asumir responsabilidades, de arrimar el hombro y ser determinantes que es lo que esperan los que necesitan agua para beber y trabajar.

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