Si nos contentamos con la idea de que la violencia es el uso de una fuerza para lograr un fin o dominar a otra persona nos quedamos con una definición incompleta. Si nos dirigimos a la consideración de que es una interrelación inevitable entre las personas dada la naturaleza del ser humano, avanzamos algo pero también resulta incompleta. Y si lo planteamos como un medio para lograr un fin, tampoco lo termínanos de arreglar. Según Benjamin, la violencia forma parte de la humanidad y por eso la vida social ha tenido que regular su uso pensando en el bien común. En lugar de aceptar una violencia privada, la ética y política han tenido en cuenta la posibilidad de regular una violencia pública. Por eso, en la historia, ha sido el derecho y la justicia los que han determinado el uso de la violencia; y han marcado cuando estaba o no justificada o se hacía dentro del marco de la ley. Es más, desde la filosofía del derecho la violencia siempre está justificada si es la justicia quien la dirige. Para aportar más argumentos a esa visión Hobbes, en su célebre libro Leviatán, y como sabemos, asegura que la naturaleza del hombre es violenta razón por la cual históricamente se ha formado el estado, el poder, para regular su uso. Y cuando el individuo cede, según Hobbes, su capacidad de la violencia al estado para que este la imparta comienza a perder su propia capacidad para generar violencia y así atender a sus propios fines personales. Según esto podría argüirse la afirmación de que el derecho coarta la capacidad del individuo para el uso natural de la violencia. No obstante, por otro lado, también sería preceptiva la afirmación siguiente: donde el estado no tiene el monopolio del uso de la violencia, no existe ningún tipo de progreso social. Benjamin mejoró esta percepción al decir: cuando es el derecho quien hace un uso público de la violencia no siempre lo hace con la intención de defender la idea de estado sino más bien al mismo derecho. La autoridad y el del poder cuando usan la violencia lo hacen para contrarrestar el poder de los oponentes. El estado siempre tacha de ilegítima cualquier tipo de actuación que no pueda controlar y que le amenace. Bien, dicho todo esto y para concluir, no solo queda claro la existencia natural de la violencia si no la verdadera cuestión al respecto: ¿cómo regular su uso? Pregunta que traslado con afecto a los lectores.

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