La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Si la abstención cambia de bando

La independencia está llena de dificultades mientras que el independentismo es atractivo, fácil, irresponsable y gratificante

No habría que hacer mucho caso, en principio, a las dos facciones del secesionismo catalán -la CUP come aparte- cuando afrontan la campaña electoral proclamando que renuncian a la declaración unilateral de independencia (DUI). Por una razón: mintieron en todo, no hay por qué creerles ahora. Engañaron a los catalanes reescribiendo su historia, los engañaron haciéndoles creer que España les roba, los engañaron prometiéndoles que la UE reconocería sin duda la república catalana y que la república nacería de la noche a la mañana, como se desconecta un enchufe, con sólo hacer una declaración emotiva que después iba a devenir en simbólica, emotiva y política, porque la cárcel es muy dura y los mártires eran de guardarropía. Caganets, en vez de héroes.

Y, sin embargo, la renuncia expresa a la DUI, más que una táctica para salvar el pellejo político y penal de los promotores de la rebelión, puede ser esta vez una formulación estratégica nacida de la necesidad. Quizás la expresó el pendenciero Tardá cuando admitió que la independencia de Cataluña no es posible porque no hay una mayoría suficiente de catalanes que la respalde (dos meses después de enfatizar lo contrario). Una forma de reconocer que con la mitad de la población en contra no es posible separarse de España: se volvería a aplicar el 155 y vuelta a empezar. Haría falta una mayoría separatista del 70 al 80% del censo para plantearse siquiera el desbordamiento de la legalidad.

Creo que ni con los comunes compañeros de viaje de Colau e Iglesias habrá esa mayoría cualificada independentista. Mi esperanza reside en la posibilidad de que la abstención cambie esta vez de bando. Que los españolistas y constitucionalistas que antes se han desentendido de las urnas autonómicas acudan en masa a ellas el 21 de diciembre. Por lo mucho que está en juego. Y que, por el contrario, el 20-25% de los votantes que han abrazado el secesionismo sin fanatismo, o con criterios pragmáticos o pulsiones de la emoción, se queden en casa o se deslicen hacia alguna de las opciones de la moderación. Por lo mucho que les mintieron sus líderes y la desoladora frustración que les trajeron.

En el fondo, el estancamiento del bloque indepe o la difícil victoria mínima de los partidos españoles le convienen a los propios separatistas: la independencia es un imposible lleno de problemas y dificultades mientras el independentismo es fácil, atractivo, irresponsable y gratificante.

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