El callejón del gato

125 aniversario del psoe

Del clientelismo se deriva el mantenimiento de los más fieles en los cargos públicos

E N las pasadas semanas el PSOE ha celebrado el 125 aniversario de la fundación de su agrupación en Almería. Con ese motivo se ha desarrollado un ciclo de conferencias y mesas redondas analizando la trayectoria del partido socialista durante ese período y, de manera especial, las mejoras que se llevaron a cabo en nuestra ciudad en las etapas que el partido ha gobernado en el Ayuntamiento y la aportación de la Junta de Andalucía y del Estado en dichas mejoras. A pesar de que en la mesa, compuesta por personas que han ocupado cargos públicos, se haya percibido un exceso de autobombo, lo que nadie puede negar, puesto que es un dato objetivo, es que las mayores obras realizadas en Almería, se han hecho bajo el mandato de los socialistas. Valgan de ejemplo la transformación que ha experimentado la ciudad con el Paseo Marítimo, la urbanización de la Rambla o el enlace de Almería con el resto de España mediante autovías. Bajo mandato socialista también se creó la Universidad de Almería, se inauguró el Auditorio Maestro Padilla y se rehabilitó el Teatro Apolo. Todas esas grandes obras se costearon con partidas incluidas en los presupuestos aprobados por la Junta de Andalucía o por el Estado bajo el mandato socialista. Sin embargo en la última mesa redonda los participantes se lamentaban del descenso experimentado en el partido tanto en la capital como en la provincia en los últimos años. Se preguntaban por las razones de la pérdida de apoyos y no hallaban el motivo. Aunque no se alzó ninguna voz para dar una respuesta, pienso que a más de uno le rondaba por la mente el perjuicio que ha ocasionado al PSOE su utilización, por algunos, como un medio de vida, con predominio del interés personal sobre el interés público. Ello ha dado lugar a la creación de una estrategia basada en un clientelismo que se percibe a todas luces y en nada favorece a la credibilidad del partido. Del clientelismo se deriva el mantenimiento de los más fieles en los cargos públicos, estén o no capacitados para desempeñarlos con la solvencia que se requiere y, como consecuencia, el cierre de puertas a personas capacitadas a las que se mira con el rabillo del ojo como posibles rivales. Para nada se ejerce una labor de captación con el fin de atraer a personas relevantes que enriquecerían las filas del partido y, por el contrario, se nombran asesores que han degradado el significado de la palabra. Hoy asesor suena a enchufado. Y todo eso se ve.

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