República de las Letras

100 años de la huelga general

Hoy, el gobierno de Cataluña se encuentra en una situación semejante, y sin atisbos de amnistía

En agosto de 1917 hubo en España una huelga general revolucionaria. Convocada por un comité formado por Francisco Largo Caballero y Daniel Anguiano por la UGT y Julián Besteiro y Andrés Saborit por el PSOE -el manifiesto previo lo firmaron también los cenetistas Salvador Seguí (el Noi del Sucre) y Ángel Pestaña- ?, su objeto principal fue "obligar a las clases dominantes a aquellos cambios fundamentales del sistema que garanticen al pueblo el mínimo de condiciones decorosas de vida y de desarrollo de sus actividades emancipadoras", para lo que "se impone que el proletariado español emplee la huelga general, sin plazo definido de terminación, como el arma más poderosa que posee para reivindicar sus derechos". La inmovilidad de los sucesivos gobiernos de la monarquía (Romanones, Dato y García Prieto) fue el factor decisivo de la inevitabilidad de la huelga. Huelga de la que, por cierto, dijo Indalecio Prieto: "¿Se buscaba un cambio de régimen? ¿Sí? Pues un movimiento que persigue tal finalidad hay que acometerlo violentamente y por sorpresa".

La huelga fue todo un fracaso, y la monarquía de Alfonso XIII, que sufría tres importantes desafíos aquel año: el movimiento militar de las Juntas de Defensa, el político de la Asamblea de Parlamentarios convocada por la Lliga Regionalista en Barcelona y el social que culminó con esta huelga general, la monarquía, digo, así agobiada, pudo retrasar su caída catorce años más. El comité de huelga, acusado del delito de sedición, fue sometido a un consejo de guerra, siendo declarados sus cuatro componentes culpables y condenados a cadena perpetua en septiembre de 1917. Largo Caballero, Saborit, Besteiro y Anguiano fueron conducidos al penal de Cartagena (hay una famosa foto de los cuatro en el lugar). Pero en las elecciones generales de febrero de 1918 el PSOE los incluyó en sus listas de candidatos, resultando elegidos diputados los cuatro -con Pablo Iglesias e Indalecio Prieto-, lo que obligó al gobierno a concederles la amnistía para que así pudiesen tomar posesión de sus escaños. Hoy, el gobierno de la Generalitat de Cataluña se encuentra en una situación semejante, con su presidente en el exilio y su vicepresidente y algunos consejeros en prisión preventiva desde hace ya varios meses e imposibilitados de asistir a la constitución del Parlament para el que han sido elegidos democráticamente. Y sin atisbos de amnistía.

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