El medio y el ambiente

Ignacio flores

94 años

Qué duda cabe que, sin juzgar a ninguno de los dos, la postura del veterano locutor me parece vitalista y digna de encomio

Hace unos días escuché en la radio, mientras me tomaba el café "de puesta en marcha", que el locutor de radio en activo de más edad (me niego a escribir viejo) del mundo es Walter Bingham, judío superviviente del Holocausto y veterano de la II Guerra Mundial que cuenta con 94 años de edad, y que ostenta ese récord Guinness desde 2017. Cuenta que: "cada día que me levanto, rezo y me digo feliz cumpleaños". Bingham, nació en el sur de Alemania en 1924 en el seno de una familia judía de origen polaco y vivió su infancia mientras el nazismo se hacía fuerte, ... Lo demás ya podemos suponer que no fue un camino de rosas.

Unos días después, comprando el periódico tuve un encuentro casual con un viejo conocido, más joven que yo, al que por cortesía le pregunté que cómo le iba. La rapidez de la respuesta fue tipo concurso de televisión: "magníficamente, porque me he jubilado y no hago nada en todo el día".

Qué duda cabe que, sin juzgar a ninguno de los dos, la postura del veterano locutor me parece vitalista y digna de encomio, mientras que a la del segundo le encuentro el mismo sentido a la vida de los vegetales. Es decir, vegetar. ¡Con lo bonito que es disponer de tiempo para vivir!. ¡Con la de libros que hay por leer!. ¡Con la cantidad de música que hay por escuchar!

Acepto, entiendo y defiendo que cada edad tiene sus características en todos los aspectos de la persona, incluido el trabajo. Pero quizás porque no vea el trabajo como una maldición, dado que lo considero un don, veo la jubilación como una oportunidad de colaborar con la Sociedad y devolverle algo de lo que a lo largo de la vida nos ha dado, que es eso que llamamos experiencia. Por lo tanto, esa experiencia que hemos obtenido como valor añadido además del jornal que hemos recibido, tenemos obligación de dársela a otros. Y además, como la Sociedad sabe que estamos "plenos de facultades", no debe dilapidar las pensiones que paga, si no que debería aprovecharlas favoreciendo la formación de grupos de mayores que cuenten experiencias a los más jóvenes.

Hace unos años se constituyeron, sobre todo en Madrid, grupos de empresarios y profesionales de las empresas jubilados, que asesoraban gratuitamente a jóvenes con iniciativas empresariales. Las Cámaras de Comercio, las Asociaciones Empresariales, los Organismos de promoción empresarial, serían buenos foros. Además, estoy convencido de que los jóvenes con vocación empresarial "harían buenas migas" con esos maestros. La prueba no es cara. ¿Quién se apunta?.

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