De norte al sur

Óscar Lezameta

En busca de Avalón

CUENTAN las nebulosas leyendas de los celtas que Avalón es una isla donde los manzanos conceden a quienes conviven con ellos, sabrosas frutas a lo largo de todo el año. En medio de la lluvia, un cielo gris y un buen güisqui, no cuesta nada verse en un reino de hadas, brujos, caballeros y batallas donde el valor y la gallardía salían triunfantes sobre la miseria humana. Dicen también que fue el lugar donde trasladaron los restos del Rey Arturo después de que fuera muerto en la batalla de Camlann para que fuera cuidado por ninfas y náyades.

Sin duda, nuestro paso por la vida es una eterna búsqueda de ese paraíso donde siempre hay una manzana dispuesta a darle un mordisco cuando el hambre aprieta. Conseguir vivir cada minuto y no arrepentirse jamás de lo hecho y de lo aprendido y sí de las miles de cosas que nos quedan por hacer. Pasar por este mundo con la cabeza bien alta y convencido de haber descubierto el verdadero sentido de la vida: disfrutarla tal y como viene y tratar de no incordiar demasiado a quienes la viven con nosotros. Que nos lloren en nuestro entierro y que alguien, alguna vez, se acuerde entre sonrisas que hicimos algo bien y que permanezca en el libro de los buenos recuerdos y que nuestros errores se achaquen a nuestra torpeza y nunca a nuestra mala fe.

Que alguien nos quiso alguna vez; que alguien nos esperaba al llegar a casa; que siempre había unos brazos en los que dormir y unos hombros en los que llorar; que conocimos el amor más intenso y la pasión más turbulenta; que las notas de una canción estaban dedicadas a nosotros; que las palabras de un libro las escribieron pensando en nosotros; que alguna vez alguien nos preguntó cómo estábamos y realmente le importaba la respuesta.

Es en ese momento cuando podremos decir aquello de "misión cumplida"; es el verdadero triunfo de una persona, cuando cierra su balance y comprueba que concedió lo mejor de sí mismo para alegría del resto, cuando consigue que los que tuvieron la dicha de acompañarle en este viaje, no le olviden porque, sencillamente, no pueden hacerlo.

Su recuerdo siempre queda y se aparece durante todas las noches y, tras secarse las lágrimas, vuelve el placentero sueño con una sonrisa en la boca y un alivio en mitad del alma.

Algunos dicen que esa leyenda de Avalón no existe. Siempre ha habido listos; demasiado incluso. ¡Qué sabrán ellos! Estoy seguro de que nuestro transitar por este mundo es una permanente carrera por llegar a ese lugar donde las manzanas están esperándonos durante todo el año.

Para Antonio Jiménez

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