Tres candidatos

Al final, el elegido se encontrará con más afiliados que prefirieron otros candidatos antes que a élUn liderazgo débil

Hay un lugar donde el 1-O habrá urnas sin problemas de legalidad: Andalucía. En las sedes socialistas de aquellas provincias donde se vota en primarias para elegir secretario general.

El PSOE de Sánchez II cambió el sistema de avales para ser candidato. Sistema cuya principal logro era evitarlas. El nuevo limita al 3% el número de avales. Después, si en la votación nadie supera el 50% habría una segunda vuelta entre los dos primeros. Dejaron una rendija. Durante 2017 podría optarse por el método antiguo. Por ella entró rauda Susana Díaz, defensora del sistema de toda la vida. Para ser candidato, un 20% de avales. Así se ha ido librando de sanchistas en media Andalucía. Almería, una vez más, es singular. Todos logran superar ese límite. El actual Secretario general, Sánchez Teruel, parte con más avales que nadie. Mala suerte. Al pasar los tres candidatos, si ahora, en el voto secreto, obtiene menos que avales, vuelve la pregunta que ya se hizo a Susana Díaz ¿Por qué quien le avala -identificándose- no le vota? Sin pasar los tres esa sospecha de clientelismo y desafecto a la vez, quedaría oculta. Quien lo tiene peor es Pérez Navas, segundo en avales y segundo en la estructura actual. Por estas cosas que tiene la vida, el sistema electoral antiguo que tanto defendió, le perjudica más que a nadie. Si lo que hoy son avales fueran votos, en una segunda vuelta, Pérez Navas, susanista pero no mal visto por los sanchistas, hubiera atraído los del eliminado en la primera. En mi opinión, pues, la pugna le deja fuera.

La batalla del uno de octubre se limita a Sánchez Teruel y López Olmo, el tercero en avales. Como no tenía nada que perder todo es ganancia. Superó el límite del 20% cuando la idea era que no lograra. Sus avales son su suelo. Tres candidatos no se sostiene. Se vota a favor, y también, mucho, en contra. El que menos rechazo genere se queda fuera. En la era de la democracia sentimental, el rechazo es más poderoso que el afecto. Como los susanistas compiten por el mismo cariño, el de Díaz, partidarios de Pérez Navas prefieren votar contra Sánchez Teruel. Hay partido.

Al final, el elegido se encontrará con más afiliados que prefirieron otros candidatos antes que a él. Un liderazgo débil cuando el ciclo de elecciones y de elección de candidatos está cerca a reiniciarse. Al susanismo le hubiera ido mejor con las normas sanchistas que rechazaron.

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