Opinión

Fernando / Navarro / Y Bidegain

Las ciudades del siglo XXI

QUÉ pensaría usted si le pregunta a un amigo qué tal lleva la relación con su enamorada, y le contesta: "Sostenible". Lo menos que yo haría es dejarlo. ¡Enamorarse es otra cosa! Sostenible en muchos asuntos supone menos del mínimo.

Cada época de la historia se caracteriza por una forma de pensamiento propio que la distingue de las demás. Ésta parece marcada por la búsqueda de un nuevo paradigma: sostenibilidad. Por primera vez la población mundial se ha duplicado en sólo 40 años, superando los 6.500 millones de habitantes, y sigue creciendo.

Por primera vez la concentración de gases en la atmósfera es tan alta que los científicos son incapaces de medir las consecuencias. La mitad de la población del planeta vive en ciudades, superando algunas los 20 millones de habitantes.

Incluso más que con la intensidad, estamos preocupados con la velocidad a la que suceden las tres cosas, simultáneamente. Por primera vez estamos dejando el planeta en peores condiciones de las que tenía cuando nos lo encomendaron. Al perder su equilibrio, se adaptará hasta alcanzar otro estado, diferente del actual, donde las nuevas circunstancias no permitirán la vida en las formas que conocemos hoy en día. Eso, si sucede, será una gran calamidad.

Hace casi 20 años, con gran lucidez, la Comisión Brundtland (ONU) definió el desarrollo sostenible como aquel que permite satisfacer las necesidades presentes sin comprometer la posibilidad de satisfacer sus necesidades a las generaciones futuras.

Este nuevo paradigma supone una visión ética, pero sobre todo es una ecuación de supervivencia, que al igual que el caso del enamoramiento parece estar por debajo de los mínimos.

El siglo XXI, sin ninguna duda, va a ser el siglo de las ciudades, el siglo de los ciudadanos y esta batalla, la de la supervivencia, también por primera vez, nos la jugamos en las ciudades.

El espacio de la ciudad es el espacio construido, el espacio artificial, y para que sea viable, cada uno de los procesos que intervienen en su construcción ha de contribuir a evitar las emisiones de CO2, por mencionar lo más elemental. Lo que en inglés llaman "Zero Carbon" o "Carbon free buildings".

Si, en el proceso de diseño de edificios y ciudades incorporamos estos conceptos, su forma y aspecto, la posición, los materiales, las instalaciones, las fachadas, las cubiertas, su orientación y otros muchos de sus componentes serán diferentes.

Este concepto no es el único que hay que incorporar. Su relación con el agua, con el suelo, el paisaje, la cultura, la salud de sus ocupantes, con su integración sociológica, con el entorno, la versatilidad y con otros muchos aspectos, son determinantes.

Las otras ciudades y edificios, que seguimos construyendo, los que necesitan miles y miles de kilovatios para ser habitados, construidos con materiales nocivos, ¡ya no sirven! son un insulto a la inteligencia humana y contribuyen a empeorar gravemente nuestras condiciones de vida. Estamos ante una nueva generación de ciudades y edificios bellísimos. Los de nuestra época.

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