opinión

Antonio Llaguno Rojas

La crisis económica y la salud mental

L A crisis afecta a todos los niveles de la vida, además de a los datos macroeconómicos que los medios nos recuerdan todos los días, como la prima de riesgo, la deuda pública y privada, la inflación o el déficit. Y uno de esos efectos más notables, porque afecta directamente a las personas, es la alteración de la salud, y especialmente las consecuencias que está teniendo la crisis en la salud mental. Aspectos tan del día a día como la inseguridad en el trabajo, el desempleo, el no poder pagar la hipoteca, el no poder hacer frente a los gastos originados por los hijos, y otros aspectos cotidianos que hacen que muchos no puedan llegar a fin de mes, todos esos aspectos de la economía doméstica, digo, están teniendo ya su secuela en la salud. Numerosos estudios, entre los cuales contamos el de la Escuela Andaluza de Salud Pública, demuestran la relación directa entre la crisis y una salud cada vez más deficitaria. Merma en la salud que se evidencia 0en el mayor consumo de psicofármacos, muy en relación con el aumento del estrés, el aumento en el índice de suicidios, el incremento en el consumo de alcohol y otras drogas, la mayor frecuencia en el uso de los servicios sanitarios, el aumento también de enfermedades infecciosas o la mayor incidencia de la depresión. Y es precisamente la depresión la enfermedad mental que centra el Día Mundial de la Salud Mental que hoy se celebra, y que afecta en el mundo a más de trescientos cincuenta millones de personas, una incidencia considerable, pero que puede tratarse, paliándose o curándose, sobre todo si se interviene precozmente en las personas que la padecen por los profesionales adecuados. Hoy un día para la reflexión sobre las políticas de ajustes presupuestarios que los distintos gobiernos llevan a cabo o, mejor dicho, sobre la tentación que muchos de ellos puedan tener de recortar en los servicios sociosanitarios o en las prestaciones sociales y de salud, sobre todo en las que afectan a las personas dependientes, especialmente los que padecen una enfermedad mental. Parecería un contrasentido que en estos momentos en que la crisis afecta tan directamente a la salud de las personas, que hace que haya más que necesitan de estos dispositivos, sea cuando los gobiernos reduzcan las ayudas a los que más lo necesitan, a los más vulnerables de la sociedad. El estado del bienestar que hemos disfrutado parecía que había convertido en derechos irreversibles de los ciudadanos el acceso a la educación, a la salud y a las prestaciones sociales. En estos días en que todo se cuestiona y se revisa, urge la movilización social que evite el desmantelamiento encubierto que se está haciendo de ese estado del bienestar, trazando entre todos la línea roja que ningún gobierno traspase: la que hace que los enfermos mentalesl vivan su vida con la dignidad de los seres humanos, con su salud atendida y su acogimiento doméstico garantizado.

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