Contra los cuentos

Y al final se gasta todo el esfuerzo en las anécdotas, y se llega cansado a la batalla en la vida real

C UANDO hace cuarenta años el psiquiatra infantil Bruno Bettelheim se puso a psicoanalizar los cuentos infantiles concluyendo su importancia para la formación moral de los niños, poco podía imaginar los frentes enardecidos que la corrección política abriría en torno a ellos. El último lo ha encendido una madre inglesa. Leía La Bella Durmiente a su hijo de seis años cuando descubrió que encerraba un mensaje de conducta sexual inapropiada. El príncipe besa a la Bella que, como se adivina por el título, estaba durmiendo. Con solo seis años mi hijo lo absorbe todo declaró esta madre. Así pues, con la determinación de quien se sabe con una misión, ha pedido que el libro se retire de los colegios. No desea prohibirlo del todo - es moderada- pero si de los colegios. No quiero parecer poco sensible pero la esencia del cuento no es el sexo, sino el rescate de una princesa que lleva un porrón de años en coma. A ella le da igual, y además ha lanzado una campaña en twitter. Y cosecha apoyos. ¿Les parece ridículo? No lo crean, la crispación por los casos de acoso sirve de gasolina para los censores bienintencionados.. No hace tanto en la Universidad de Columbia una alumna sufrió una crisis provocada por la lectura de la descripción de violaciones en Las Metamorfosis de Ovidio. A partir de ahí se obligó a los profesores a incluir advertencias sobre aquellos pasajes que pudieran herir la sensibilidad de los estudiantes. Aquí vivimos conmocionados por el juicio de La Manada ¿deben censurarse las obras de ficción para que nadie pueda llegar a sentirse tentado de ver ese comportamiento como normal? Tampoco pensemos que esto solo es cosa de mojigatos extranjeros. La escritora y, hasta hace poco, diputada de Catalunya Sí Que Es Pot pidió al Govern que comprobara la presencia de mujeres en los cuentos infantiles. No les dio tiempo, ya saben, porque estaban con el procès. Lo que daríamos por un debate entre ambas revisoras de cuentos infantiles. No se prohíbe porque en el cuento aparecen mujeres, podría decir la diputada. Sí, pero está dormida cuando la besa el príncipe respondería la madre. Y si ampliamos no faltaría la asociación vegana que, con toda justicia, podría reescribir todos los cuentos infantiles que terminen comiendo perdices. Y al final se gasta todo el esfuerzo en las anécdotas, los cuentos, y se llega cansado a la batalla en la vida real.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios