DE él se han dicho cientos, millones de barbaridades y cosas buenas, pero acaso una de las más precisas sea aquella que lo convierte en un animal político hecho del material de los sueños. ¿Porque qué es la política, qué son las convicciones, la vida… sino sueños, perspectivas y encrucijadas donde vamos imbricando y enredando los tejidos cartilaginosos de la vida?

A quienes pueda extrañarle la elección de Martín Soler como Consejero de Agricultura y Pesca les diría que es una muestra pública y evidente de la confianza y complicidad entre el Secretario General del PSOE de Andalucía y su Secretario General en Almería. Martín es Martín, y siempre sorprende.

Hasta sus adversarios políticos han comentado, muy a su pesar, que Martín ha sido la designación más certera para dirigir el sector de la agricultura de la que Almería es pionera. Otra cosa es que añadan que la legislatura es muy larga y que quedan muchos debates y muchos plenos para juzgar su labor.

Los que hemos trabajo a su lado lo conocemos imperativo a la hora de organizar las cosas del partido, un estajanovista en el trabajo, meticuloso, que exige y se exige mucho a sí mismo, que tiene una enorme habilidad para confundirse con el terreno cuando es necesario y no deja nada a la improvisación; capaz de decir cosas durísimas con una mirada que siempre busca tu complicidad.

Los que le conocemos sabemos que imprimirá su gestión con sello personal, lo que llamo el estilo Soler. Los que le conocemos sabemos que no será un Consejero más ni un político más.

Martín es…, bueno, Martín es Martín, toyota de la política provincial y andaluza, que siempre va a estar ahí, capaz de dejarse meter en un temporal -como en las elecciones municipales del dos mil tres- y salir sin enrocarse. Él, como nadie, se ha trabajado personalmente, ¿cómo se dice?, "una buena prensa", mejor en Andalucía que aquí, seleccionando muy bien entre quienes pueden contribuir a potenciar su imagen política, y quiénes nunca le van a adular.

Todos, amigos y adversarios, le reconocen su inteligencia, su consistencia intelectual, su capacidad de trabajo, y desde luego su capacidad para aprender de los errores, que es la forma más inteligente de mejorar.

Este es el Martín Soler que yo conozco, el estilo Soler, del que los sevillanos ahora tendrán que empaparse de un político en constante avanzar y retroceder, como Penélope en su rueca, hilando en la luz y deshilando en las sombras, atentos, sí, a la mecánica del trabajo y las mareas del corazón que Martín desparrama sin que le toquen.

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