La ficción de Rufián y Heredia

Melodramática y artificiosa a no poder más, podríamos decir que hasta bordeando el ridículo y provocando vergüenza ajena

El tópico de la frase, ¿ficción o realidad?, no hace falta llevarla hasta sus últimas consecuencias con los diputados nacionales Gabriel Rufián y Miguel Angel Heredia. Ellos pueden representar la respuesta a su propio cuestionamiento. La ficción, con el primero, y el papelón -por peliculero- protagonizado (nuevamente) en comisión parlamentaria hace tan solo unos días, en el desempeño de su labor pública como congresista catalán. Melodramática y artificiosa a no poder más, podríamos decir que hasta bordeando el ridículo y provocando vergüenza ajena a cualquier espectador medio. Es digno merecedor de un premio "Razzie". Como sucede en otros ámbitos, por ejemplo, el de la arquitectura, es posible que algunos no seamos conscientes del grado de evolución del arte, en éste, de la interpretación del concepto espacio o forma. Y es probable también que, tal y como reivindican aquellos que apoyan las formas de Rufián, éstas sean el nuevo tiempo y modelo del arte de la política, el que (se) autoproclaman como el de "la calle". Lo siento, pero niego aceptarlo. No solo porque la calle no es maleducada e irrespetuosa, o no debiera serlo. Sino también porque, además, la política no es efímera, plástica y desenfadada, para uso y disfrute del ego. No. Es responsable, representativa y sabia, entendido esto último como inteligente y justo, que supone saber gestionar y solucionar problemas de la sociedad. No es un vehículo final para destaque entre iguales -representantes públicos todos-, pavoneando clichés televisivos o entonaciones de doblaje barato.

El otro, Heredia, exponente de la realidad. La cruda y cruel realidad, sobre todo cuando te la graban y amplifican en los medios de comunicación. Trágame tierra, tuvo que pensar el malagueño al comprobar cómo publicitaban lo más rancio y cañí de sus entrañas. Eso sí, con su propio aderezo, mucha mala leche y soberbia desmesurada, tanta que se creyó salvador del socialismo patrio, atribuyéndose falsas llamadas telefónicas del sindicalista Toxo (tal vez deseadas en su intimidad), y destripando a su "colega" de escaño Margarita Robles, atribuyéndole una filiación malsonante entre reproches varios. Pero la realidad siempre nos supera, y sorprende, máxime en política. Cómo si no intentar explicar que, al día siguiente de la difusión, Heredia y Robles, Robles y Heredia, confraternizaran como si nada. Les digo, era ficción. "Amistades peligrosas".

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