Que hablen los mayores

Los mayores son tal vez las personas que más claves podrían aportar al bienestar social

Es un placer tertuliar con los mayores o leer sus colaboraciones en prensa, seguir sus críticas y reflexiones, se compartan o no, rebosantes de criterio. Actividad especialmente interesante en épocas de incertidumbre que es cuando más se aprecia ese perfil de socarronería sosegada de aquellos senior que no se han limitado a cumplir años, ni a subsistir lo mejor posible ?designio que sólo tiene cierto mérito biológico?, sino que han añadido a su supervivencia orgánica el hálito dúctil de la sabiduría, la pátina sabrosa de la experiencia que además ?acaso en su mayoría?, suelen coronar con la guinda del humorismo, a despecho de los achaques físicos. Es una deriva sabia, en la que no es raro que desgariten los acumuladores de años, para gozo propio y ajeno, porque con el perfil bonancible que les distingue, se convierten en un pequeño tesoro para su familia y todo su entorno. Así que habría que estimular que se impliquen y mantengan socialmente activos, alentarlos para que superen el instintivo recogimiento al que por inercia tienden, ante el ímpetu de los jóvenes, para que prediquen y hasta protagonicen eventos sociales relevantes y puedan ser visualizados por otras generaciones, a fuera posible, como lo es, desde el respeto y la atención.

Son reflexiones que añado a los motivos que invocó la ONU al designar el día 1 de octubre el Día Internacional de las Personas de Edad, para concienciar al mundo contra la discriminación de las personas mayores. Y contra los estereotipos peyorativos o las ideas absurdas que existen acerca del envejecimiento; para erradicar prácticas insensatas que los excluyen de los foros mediáticos. Lo que es un disparate, porque justamente son las personas maduras quienes más claves podrían aportar al bienestar social. Y tal vez las únicas con lucidez para alertar sobre los vicios capitales de esta civilización desnortada y sobre su torpeza para aprender de la historia y sus tragedias cíclicas, siempre ancladas por la misma amnesia, sobre los mismos extravíos de las mismas soberbias ideológicas. Supongo que, con los avances científicos, en el futuro habrá cada vez más senior, con una formación intelectual más sólida, más amplia, con mejor sentido de lo saludable y con más criterio respecto a los valores sociales y derechos individuales a defender. Mientras llega ese futuro o no, yo sigo disfrutando con mis seniors de lujo. Y mis ensimismamientos.

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