Esplendor en la hierba

Juanjo

El implacable mundo del fútbol

MARCELINO anunciaba que sería destituido como entrenador del Zaragoza y apenas medió un día para que se cumpliera su vaticinio. La afición estaba con él, pero el presidente ya lo había sentenciado. El Almería está en vísperas de afrontar un crucial partido fin de año, pero ha tenido que prepararlo en un ambiente excesivamente enrarecido pese a la tradicional comida de Navidad.

Ante el Dépor se hizo uno de los mejores partidos, pero no se ganó y una parte de la afición, soberana, mostró su disconformidad con Hugo. Varios jugadores se mostraban atónitos porque no entendieron el "Hugo vete ya" cuando el equipo aún estaba enfrascado en conseguir vencer a un equipo tan reputado. El entrenador quedaba en entredicho y sólo el presidente podía cerrar el debate. Lejos de hacerlo, Alfonso García daba pábulo a la especulación al no garantizar que Hugo estuviera en Cornellá.

Desde cualquier otra faceta profesional todo esto se vería como una sucesión de despropósitos. Pero en el fútbol todo está sumido y se da por bueno aunque no brille por su coherencia. Cuando más concentración requiere el próximo envite, se origina una kafkiana situación sólo explicable desde el ejercicio de ponernos en la piel de todos y cada uno de los protagonistas.

Si me pongo en la piel de Hugo, pienso -como dijo- que, salvo la debacle ante el Athletic, el equipo ha jugado bien ante el Mallorca, Madrid y Dépor, y lógico es, que pida algo de paciencia, porque, jugando así debieran llegar las victorias. En su haber, destacar que, tras soportar estoicamente la bronca de la afición, se mantuvo con la corrección y el respeto de siempre sin esgrimir un sólo reproche. Pienso que, esa imagen distante que transmite, no le favorece ante su público.

Si me pongo en la piel del vestuario, aunque no todos pensarán igual, entiendo el enfado de una mayoría significativa al interpretar que, frente al Depor, lo que más necesitaban era el aliento de los suyos en vez de darle alas al rival a costa de flagelarnos con polémicas intestinas. La plantilla está en gran medida con el técnico, consciente de que se está rindiendo a un nivel aceptable, si bien, tampoco se puede sustraer a la frustración de no traducir en puntos el gran trabajo.

Si me pongo en la piel del presidente, también se comprende. Sus declaraciones más sintomáticas se refieren a que no ve la forma de ganar aunque el equipo juegue bien. Es razonable su preocupación y su búsqueda de revulsivos. Puede que ya tenga una opinión formada, pero no ha estado hábil con su ambigüedad. No sé si lo pretendía, pero ha conseguido desautorizar al hombre que tiene que dirigir a su equipo frente al Español.

Y por supuesto, en el papel de la afición, es muy entendible que exprese el deseo de ver a su equipo ganar con más frecuencia, aunque a veces no compartamos la idoneidad del momento y la forma.

Mi criterio al respecto de todo esto es inequívoco. Sólo deseo que el Almería le gane al Español.

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