Esto no es un juego

Con lo inteligentes que somos, no hemos sido capaces de apreciar y valorar el estado de bienestar que tenemos

Era cuestión de tiempo. Siempre, como buena costumbre latina o llamémosla del sur, encaramos los problemas con paños calientes. Damos un rodeo a la situación. Nos vamos por las ramas. Nos subimos a las nubes. Buscamos la manera fácil de hacer comprender al prójimo de la manera más sutil y amable nuestro punto de vista, nuestra forma de ver las cosas.

En alguna ocasión he afirmado que es fácil ser utópico cuando uno está respaldado por un estado democrático y de derecho como es España. Con sus luces y sus sombras, pero con un nivel de vida muy por encima de la comunidad internacional.

Con todos los estudios que tenemos, con lo importantes y con lo inteligentes que somos, no hemos sido capaces de apreciar y valorar el estado de bienestar que tenemos. El estado que nuestros padres y abuelos -aquellos que hicieron posible una transición sin sangre y sin víctimas en las cunetas, los mismos que denostamos día a día para alimentar nuestro pobre y torvo ego- son los que nos han brindado por la cara este país que no nos merecemos. Los levantamos por la mañana, pisoteamos el legado que nos dejaron nuestros muertos y proclamamos que somos un país de paz y que somos un país abierto al mundo. Pues no es así. Hasta el más pintado lucha por lo que más quiere. Hasta el menos que uno espera sabe que en esta puñetera vida nadie regala absolutamente nada. Y, sin embargo, existen aún personas que son capaces de dar la vida por aquellos que no están dispuestos a mover ni un solo dedo por nosotros, que no sería capaces ni siquiera de defender a aquellos que les damos de comer.

Es cierto que no todos somos iguales. Que no podemos medir a todo el mundo por el mismo rasero. No es posible, ni tampoco sería justo. Pero esto no es un juego. Algunos piensas que la vida puede resumirse en un diario o en buen libro doctrinal. Que leídos todos los libros, tenemos acceso al conocimiento absoluto. Y lo cierto es que demuestran, una vez más, que no tienen ni la más remota idea de nada.

Esto no es un juego. Esto no es una cuestión de experimentar con la ciudadanía. Porque determinadas decisiones implican la vida del pueblo, su día a día, sus sueños. Y porque es sabido por todos que el papel aguanta todo, pero que es la vida la que pone a cada uno en su lugar. Esto no es un juego, repito. O cuidamos lo que tanto nos ha costado ganar o nos lo arrebatan de un plumazo.

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