República de las Letras

18 de julio

Hoy, la Guerra Civil debería ser cosa de historiadores, novelistas y poetas. Pero Spain is different

Está bien que la gente joven, cuando se menciona este día, el 18 de Julio, interprete que se habla de un acontecimiento histórico que a ellos, ahora, les queda muy lejos: 81 años son una eternidad inconcebible para cualquier adolescente o cualquier treintañero actual. Está bien, por otra parte, que los historiadores recuerden la efeméride y repasen, incluso con nuevos descubrimientos y aportaciones, lo acontecido por estas fechas en el año 1936. No se puede vivir eternamente del recuerdo de aquella tragedia, dicen algunos. La Guerra Civil pasó… y pasó. Pasó la Dictadura y hoy disfrutamos una democracia que ha proporcionado al país el más largo periodo de paz en dos siglos. Todo eso, como digo, está muy bien. Lo que ocurre es que, como decía aquel slogan de Fraga, Spain is different.

Hace unos días, coincidiendo con la gran manipulación mediática orquestada por el PP en torno al veinte aniversario del frío, vil y sobrecogedor asesinato de Miguel Ángel Blanco por la banda terrorista ETA, una viejecita de 92 años llamada Ascensión Mendieta podía por fin homenajear y enterrar como nuestras ancestrales costumbres nos dictan a su padre, un sindicalista asesinado por los franquistas en 1939, cuyo cuerpo fue arrojado a una fosa común. Fue necesario que actuara, no la justicia española, sino la argentina, para que 78 años después fuesen debidamente respetados los derechos humanos de Ascensión, que recordaba ante los medios que aún quedan muchos miles de cuerpos por recuperar procedentes de los asesinatos franquistas durante y después de la Guerra Civil. Estos dos acontecimientos aparentemente inconexos resumen en sí y por sí la situación de España respecto a aquel gran acontecimiento que tuvo su comienzo el 18 de julio de 1936, la más grande y grave tragedia que ha sufrido el pueblo español en los últimos dos siglos. Y sus consecuencias aún nos llegan: quienes vencieron y acabaron imponiendo sus intereses han pretendido obtener ahora un nuevo mártir que les ayude a ocultar su corrupción sistémica y mantenerse en el poder, mientras los perdedores aún esperan, no ya alguna compensación social por las injusticias cometidas contra ellos por la Dictadura, sino la simple devolución de los cuerpos de sus familiares para poder enterrarlos dignamente.

Hoy, la Guerra Civil debería ser cosa, en efecto, de historiadores, novelistas y poetas. Pero, joven: España es diferente.

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