La libertad era esto

Más adelante ya se hablará de ella como esa revista tan famosa en la que salían señoras desnudas

Efectivamente. La libertad era comprar y vender tetas. Y poder decir tetas. En el futuro habrá que referirse a la misma como a esa revista donde salían en las portadas chicas enseñando los pechos. Cuál. Esa. Ah, esa. Más adelante ya se hablará de ella como esa revista tan famosa en la que salían señoras desnudas. Cuál. La de las señoras famosas. La de la portada de Marisol. En realidad eran desnudos artísticos. Bueno, en realidad salían famosas enseñando las tetas en la portada pero la realidad tiene que tener su laberinto semántico propio en función del contexto para congeniar con el resto de la tribu. Una teta es una teta pero la década siguiente será un pecho y la otra un seno, un seno artístico, así hasta llegar al museo de arte moderno. Y luego el museo de arte moderno ser un museo de arte clásico. Al principio fue la libertad, luego fue el dinero, luego fue el arte y, finalmente, fue el fin. La coartada de la famosa para tragarse el sable de la revistita fue que eran fotografías profesionales y artísticas, como la Venus de Milo pero con brazos y una estrellita en cada pezón. Y la coartada del comprador era que en el interior venían buenos reportajes. Y venían buenos reportajes. Y no menos mejores articulistas. Grandes escritores, mejores periodistas, buen dinero para periodismo de investigación y no menos para envolverlo en "la señorita enseñando los pechos". El mercado de los pechos era eso, un yo compro si tu vendes. Y punto. Luego jugarían al desnudo artístico o al a ver que es lo que se le ve. Te digo que esta es la foto que va a salir en portada y luego pongo la otra. Y se pagaban millonazos. Luego los millones se convirtieron en miles, los miles en cientos y los cientos en gratis. Y los que las compraban rara vez leían a Umbral o Chirbes, la compraban para sentir el morbo, al menos hasta llegar a casa, de si a la fulanita de la tele se le veía el oso y el madroño. Se le veía el plumero, es lo que se le veía. Y luego llegó la paridad, y si salen tías en bolas, que salgan tíos en bolas. Y eso, que al final no sale nadie. Un día en el futuro distópico terminaron sacando a la maja de Goya desnuda en la portada, que, por cierto, enseña las tetas y lo enseña todo. Y los compradores de ciencia-ficción preguntaron por la revistita y el kioskero del futuro les dijo, es esa. Y ya nadie más la compró porque todos decían: ah, no, eso es una revista de arte.

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