El libro en otoño

Nada hay tan preciado como un libro. Ningún objeto es tan útil para la expresión y la comunicación

Nada comparable al placer de abrir un libro y leer cuando ha pasado el verano y con él toda la histeria y el desorden que le acompañan. Las tardes de otoño, cortas y propicias al recogimiento, favorecen esa conversación con el resto de la humanidad de todos los tiempos a través de las páginas del objeto más bello y útil que el ser humano jamás haya inventado: el libro. Algunos que se creían visionarios le daban por muerto con la irrupción de las nuevas tecnologías. Pero el tiempo, el parámetro más sabio para valorar las cosas, ha puesto una vez más las cosas en su sitio. El libro prosigue su andadura sin importarle convivir con otras nuevas formas de comunicación, todas ellas bien recibidas.

Nada hay tan preciado como un libro. Ningún objeto tan útil para la expresión y la comunicación como el libro. Ninguna imagen más humana que la de una persona sentada en un sillón, con una lámpara iluminando la estancia y un libro en sus manos. Los nuevos soportes son perecederos. Cintas de vídeo, casetes, disquetes, vinilos, discos compactos, todo desaparecerá y permanecerá el libro. Si podemos leer a los clásicos es gracias al libro. Si podemos conocer la épica medieval es gracias al libro. Aún podemos disfrutar de las iluminaciones de los beatos y de la belleza de los códices medievales porque fueron pintadas y escritas en esos pergaminos que después fueron cosidos y encuadernados dando forma al libro. La mayoría de los soportes llegados en los últimos treinta años han desaparecido o pronto desaparecerán. Vendrán otros, sí, pero en el trasiego se perderá información y, lo que es peor, humanidad. Nunca se verán en un CD, decía Saramago, las lágrimas del escritor, pero sí en un manuscrito, se puede añadir.

Con el inicio de la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión, vuelve la posibilidad de recobrar la dimensión humana de la información y la medida del tiempo. La inmediatez de la que presumen las nuevas tecnologías impide la maduración y la asimilación de los datos. El libro nos abre un mundo ante nosotros y las librerías de viejo, además, nos permiten el retorno al pasado. Las de nuevo aportan la actualidad, pero las de viejo o de lance aumentan su abanico al resto de los tiempos. En esta feria tenemos la oportunidad de rebuscar. Es una caja de sorpresas. Nada equiparable al placer de encontrar aquél libro que leímos de niño y que nunca más volvimos a ver.

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