El mal del mundo

El mundo no es justo sino que se manifiesta inexplicablemente dejando un registro de su activad a la que llamamos suerte

El problema del mal se analiza dentro de la filosofía en parámetros existencialistas: en tanto y en cuanto hay un sufrimiento subjetivo que es provocado por una adversidad objetiva. En muchos casos dicha adversidad se concibe dentro de la filosofía de la religión; aunque no necesariamente: el mal, como concepto independiente, acarrea, por si mismo, juicios sobre el libre albedrío, la justicia natural y etc. De todo lo que puede interesar del mal del mundo como relación existencialista y emocional del ser humano con el entorno a mi me seducen dos ideas: la justicia y la suerte. El argumento sobre la justicia natural se desmonta con facilidad. La naturaleza es la otredad (lo no humano) por lo tanto no puede tener los mismo rasgos que lo humano, por eso es imposible que la naturaleza sea justa porque solo los seres humanos pueden ser justos. Creer que el mundo tiene que ser justo es una creencia cultural proveniente de la religión, de la promesa de salvación, enraizada con ritos paganos que hacían contratos mágicos con las deidades. El otro concepto era la suerte. Ya he hablado en otras ocasiones sobre ello y he dejado sentado su carácter de concepto vació ( de todo lo que no podemos explicar y que queda depositado ahí como recurrencia cultural) que por supuesto no tiene nada que ver con las creencias en lo metafísico. Si acaso si existe un azar cuántico innegable (los hechos fortuitos). Bien, pues la suerte suele considerarse también causa del mal del mundo para algunos. Y aunque no lo es en absoluto, es más respetable esa idea que la necesidad de una justicia natural. No se puede negar que no sabemos explicar el mundo pero que las cosas suceden a su antojo a pesar de ello. Al margen de nuestros deseos, esperanzas y reflexiones sobre los hechos, van a suceder de la misma forma. Salvo en lo individual, no es necesaria nuestra intervención. Si consideramos a la suerte como una definición de estado personal respecto a los demás, una catalogación, podría hacerse una metáfora con el mal del mundo (que solo es un devenir inexplicable). De esa manera es más lógico argumentar que existe una suerte de resultados ( no causas) en lugar de una justicia en la naturaleza. Por lo que se podría decir que el mundo no es justo sino que se manifiesta inexplicablemente dejando un registro de su activad que podemos polarizar (buena y mala) y llamar suerte.

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