Gran labor la de mi amigo Eusebio Rodríguez Padilla con ese largo estudio de la represión franquista en Almería y sus pueblos, trabajo que él inició hace años y está siendo continuado por otros investigadores que nos cuentan cuándo, cómo y por qué fueron represaliados nuestros conciudadanos, algunos de ellos familiares y amigos nuestros, después de la Guerra Civil. Supongo que no ha debido de ser fácil y, muchas veces, tampoco grato, el buceo en los archivos locales, personales o familiares, ni la recopilación de testimonios en tema tan peliagudo. Pues bien, ahora, el penúltimo trabajo de Eusebio -el último, que yo sepa, es el de los asesinados en el campo de trabajo de Turón, libro también interesantísimo y denso que recomiendo-, titulado "La Guerrilla Antifranquista en la provincia de Almería" (Ed. Círculo Rojo), nos acerca a los maquis que actuaron por nuestras sierras y pueblos durante las dos primeras décadas del franquismo. Y de paso, nos brinda unas pinceladas sobre los métodos de la Guardia Civil y la policía de la época en lo que a sacar información de los detenidos se refiere, sometiéndolos a "estrechos interrogatorios", eufemismo éste, utilizado incluso por los propios presos, que escondía las torturas que se le infligían para que confesasen sus crímenes y delatasen a sus cómplices, encubridores y enlaces. El libro está lleno de figuras interesantes -hoy; en la época, terroríficas, y siempre desgraciadas-, antiguos luchadores por la República que al intentar reincorporarse a la vida civil encontraron únicamente persecución, hambre, represión, delaciones, venganzas… y ante la imposibilidad de reanudar sus vidas no tuvieron otra salida que "echarse al monte" y vivir como alimañas, escondidos, manteniéndose del robo y la extorsión, con la difusa idea, alimentada en principio por el Partido Comunista -que tras la II Guerra Mundial los abandonó a su suerte- de que algún día, y gracias en gran parte a ellos, caería Franco y volvería la República. Fueron el Mota, el Bonilla, el Carbonero, el Espaílla… En realidad pobres desgraciados sin futuro que terminarían cayendo en manos de la justicia militar y, muchos, condenados a muerte. Mención especial merece el largo capítulo dedicado a la huida de la cárcel del Ingenio, la muerte del taxista de Níjar y el tiroteo en la calle Circo, episodios concatenados impactantes y que aún están en la memoria de muchos.
Comentar
0 Comentarios
Más comentarios