LA TRUBUNA

Julián Blanco

Con la misma piedra

EN nuestro mundo actual quedan ya pocos viajes que, para un turista, supongan realmente una aventura. Uno de ellos lo tenemos no muy lejos en la meseta de Tassili, al sur de Argelia. Hay que llegar hasta Djanet, contratar allí un guía y un cocinero, trasladarse en vehículos 4x4 hasta donde estos ya no se puede seguir y, por último, una caminata con burros (con provisiones para varios días) de unas 8 horas hasta llegar a la citada meseta. Allí, en una extensión inmensa, pueden encontrarse cientos de grutas que ocultan una colección abrumadora de miles de pinturas rupestres representando todo tipo de situaciones y eventos. Son muy famosas aquellas en las que pueden verse personajes con escafandras y tubos que salen de sus cuerpos, flotando en el aire, o extraños objetos circulares que parecen estar volando. Sin embargo, quiero centrar hoy mi atención en otras, muy diferentes, que representan escenas de caza normales en un entorno de una sabana como podría ser hoy Kenia, con animales salvajes de todo tipo. Tassili se encuentra en pleno desierto del Sahara en el que es de todo punto imposible que esos animales pudieran hoy sobrevivir. El cambio tan dramático del entorno ha tenido lugar en un periodo de tiempo de miles de años y, obviamente, sin que en ello tuviera nada que ver la acción humana. Lamentablemente, en nuestros tiempos, la situación normal es muy otra y es la mano del hombre la causante de la gran mayoría de cambios que tienen lugar, dando lugar a la aparición del concepto de "desarrollo insostenible". Un ejemplo muy cercano e ilustrativo lo tenemos en el caso de la provincia de Almería. En toda la franja costera Mediterránea va a ser difícil encontrar un entorno tan árido y desértico y ello es en gran parte consecuencia de la actividad minera que se desarrolló durante el siglo XIX y que tuvo su origen con el descubrimiento, en 1838 en Sierra Almagrera, del yacimiento de plomo argentífero más importante del mundo en su momento. La importante actividad que se desarrolló en los años sucesivos, producto de una auténtica fiebre minera, dio lugar a un notable despegue económico. La actividad de extracción del plomo (la más importante en Almería a mediados del Siglo XIX) se caracterizó por multitud de pequeñas compañías mineras con rudimentarias instalaciones y métodos de trabajo. En 1748 existían casi 11 millones de árboles en la provincia de Almería (inventariados a raíz de la R.O. de Montes para la Cría, Conservación, Plantíos y Corta, de Fernando VI), que desaparecieron en un porcentaje altísimo como consecuencia de dicha actividad minera.

Cuando estos empezaron a escasear y el coste de la madera era considerado elevado, se utilizó el esparto, que era también muy abundante en el entorno. Para mediados del Siglo XIX se sabe que alrededor de 1.4 millones de Tm de esparto y 52000 Tm de carbón vegetal fueron consumidos, contribuyendo significativamente a un proceso de deforestación masiva en la provincia, dando lugar a un proceso de destrucción de la cubierta vegetal que ha constituido el ejemplo más importante de desertificación existente en Europa. Una vez el combustible vegetal empezó a escasear, la mayoría de las pequeñas instalaciones desaparecieron y el modelo económico comenzó a colapsar. Sin embargo, el daño medioambiental ya estaba hecho: el proceso de degradación es irreversible una vez se pierde la cubierta vegetal dando lugar a un fenómeno bien conocido de desertificación. Con el colapso total de la actividad minera, a principios de 1900, la depresión económica que tuvo lugar fue de tal calibre que, desde 1900 hasta 1960, tuvo lugar el hecho insólito de que el crecimiento demográfico en Almería fuese prácticamente cero, con el agravante añadido de la severa herencia medioambiental de la desertificación para las siguientes generaciones.

Hoy día Almería ha podido recobrar un notable desarrollo económico, esta vez en el campo de la agricultura intensiva. Sin embargo, al igual que ocurriera 150 años antes, esta actividad se basa fundamentalmente en el uso de un recurso natural existente en la provincia. Si antaño era la cubierta vegetal hoy es el agua, recurso subterráneo cada vez más escaso debido precisamente al proceso de desertización ocurrido como consecuencia de la anterior actividad. La agricultura intensiva almeriense demanda cada vez más agua, excediendo con mucho los recursos renovables existentes (filtraciones a los acuíferos desde Sierra Nevada, Granada). Dado que los acuíferos (recurso fósil) constituyen la única fuente de agua existente en Almería, su sobreexplotación está causando un descenso del nivel freático y una salinización de los acuíferos debido a la cada vez mayor intrusión salina. El consumo de agua crece sin parar en paralelo con el déficit hídrico en la provincia, y ninguna iniciativa va a ser capaz de paliarlo salvo el ahorro y la reducción del consumo. El proceso, claramente, no es sostenible y nos podemos encontrar con una repetición de los errores del pasado, legando a las futuras generaciones una acumulación de errores cada vez más difícil de superar. Como ya la historia demostró en el siglo XIX, los beneficios a corto plazo de ninguna manera pueden compensar los perjuicios potenciales que a largo plazo pudieran tener lugar.

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