Carta del Director/Luz de cobre

El moribundo Cable Inglés

La rehabilitación del Cable Inglés requiere la urgencia de un monumento que es el símbolo de toda una ciudad

Estoy convencido que ninguna ciudad española permitiría tener en condiciones infames de conservación el Cable Inglés. No entiendo como los almerienses soportamos humillación tras humillación y no nos rebelamos ante tanta ignominia, olvido, abandono y dejadez.

El vallado de este Bien de Interés Cultural (BIC), que está entre nosotros desde hace más de cien años, viendo transcurrir la vida de los que aquí habitamos desde 1904, debiera avergonzar a todos cuantos tienen responsabilidad en el mantenimiento del monumento y que, como sin con ellos no fuera, se han dedicado esta semana que termina a echar balones fuera, en la misma medida que el portero de fútbol repele los lanzamientos de los atacantes contrarios.

Arquitectos y Amigos de la Alcazaba, sensibilizados como en otras tantas ocasiones y criticados por ser "moscas cojoneras" de la coherencia, la verdad y de luchar contra el olvido apelan a un gran pacto político que lo ponga a salvo. Un guante que han lanzado, un S.O.S urgente para tratar de buscar la sensibilidad, el criterio y la coherencia que las administraciones, en especial el Ministerio de Fomento, a quien pertenece, no tiene.

Me gustaría conocer la opinión del ministro De la Serna si el monumento estuviera en el Paseo de Pereda de Santander y fuera el símbolo identificativo de la ciudad, de la que él fue alcalde. Ayer volvió a la capital y huboocasión de interpelarlo. Lamentablemente, nos dio una larga cambiada o patada hacia adelante, escudándose en la ausencia de presupuestos y en el tiempo, para dilatar una obra que requiere la urgencia de un emblema de la ciudad.

En los últimos 40 años el monumento, ejemplo de la arquitectura del hierro, sólo ha recibido un parche tras otro, con el que se ha sostenido en pie a duras penas. Aunque el riesgo real de derrumbe, así como para aquellos que se acercan a verlo, no haya disminuido ni un sólo ápice. ¡Qué lamentable espectáculo estamos dando! ¡Cuánto olvido hay que soportar más para disponer de algo de atención de aquellos que tienen en su mano las soluciones!

Esta puede ser la gota que colma un vaso que se derrama por todas partes. Ferrocarril del siglo XIX, desaladoras cinco años anegadas y sin visos de recuperarlas, túneles del AVE tapiados, déficit hídrico crónico. Y aún así esta tierra de emprendedores, de auténticos gladiadores de la innovación sigue adelante, mejorando la calidad de vida de sus ciudadanos, sin más ayuda que la que nosotros mismos nos prestamos. Con pena, con rabia contenida y con indignación me temo que no podemos esperar más que alguna declaración para aliviar tensiones, el compromiso de palabras que se las lleva el viento y a esperar a que escampe, como en tantas otras ocasiones.

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